Alvaro Numbela T.
En la historia de un gobierno de partido en Bolivia (2006-2019) estremecen las acciones decididas del Poder Social que se alboroza, en un momento de duras revelaciones que no cuadran. De esta manera la democracia cuesta sangre, sudor y lágrimas; porque aquí se juega la vida, ¡se defiende la Constitución y la convivencia pacífica!
MUCHA BARBARIDAD
Hasta hace poco Carlos Romero, ex funcionario del régimen de Juan Evo Morales, de quien se sostenía que era un buen “negociador” dialogador y hasta un hombre justo, que además gozaba de excelente protección policial después del abandono de funciones de Morales, gracias a la actuación de lindas y aguerridas paceñas, se ha visto un cerco por encima de la policía, para develar la verdad.
Francamente admirable es la forma en que se procedió: de nada valió el considerarse enfermo. Dura es la ley, pero es la ley que debe actuar. Y se defiende la Justicia, mediante la acción directa: la resistencia (vigilias). De esta manera concreta, el soberano impone lo que significa su propia voluntad. En efecto, ¡Bolivia se respeta! es la Idea de Derecho que comanda el acontecer boliviano.
EL ARBITRAJE
Igualmente, el pueblo de Bolivia que maneja la verdad, a través de su Presidenta puede imponer a los otros órganos del Estado, con acciones mediatizadas, su voluntad de querer vivir en paz, bajo el imperio del Orden Establecido. Para calificar este trabajo de la “Jefe de Estado”, la Constitución habla de arbitraje. Entonces, la precisión aportada por la presidente de Bolivia, doña Jeanine Áñez, con motivo de la promulgación de la ley de “garantías” para los que pasaron un buen carnaval, de no promulgarla resulta una interesante decisión, que se acomoda a la voluntad del pueblo. Se trata de una actuación necesaria frente a un atentado que supone además la negación del Orden Jurídico Nacional.
Por otra parte, la Presidente de los bolivianos y bolivianas tiene que saber que ejerce un control sobre la Asamblea Nacional, al menos cuando ella no tolere los excesos en el que incurre la famosa “mayoría parlamentaria”: una realidad por la que luchan los partidos políticos. Entonces, una Presidente correcta de todos los bolivianos puede trasladar la consulta al soberano para que el pueblo -en referéndum- haga prevalecer su voluntad. Y si la Asamblea contradice aquel diseño, la Jefe de Estado puede pronunciar la disolución de la Asamblea. Y cuando la situación le parece grave, sola ella puede concentrar las competencias del Estado, para parar a una Asamblea que actúa en la línea partidista, excluyente.
A este respecto es bueno estudiar las actuaciones recias de don Martin Vizcarra, presidente de la fraterna República del Perú, quien maneja muy bien todo aquel equilibrio de los Poderes del Estado. Pues ante la disolución del Parlamento dispuesta por él, en octubre de 2019, el Tribunal Constitucional de aquel país ha decretado consttucional la medida, a 15 de enero de 2020. Y también el Perú -entre otras cosas que cuadran bien- maneja el equilibrio de los Estados, a través del Pacto de Lima, el sustituto indispensable de Unasur.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |