Las declaraciones del ex autócrata cocalero boliviano, Evo Morales, no solo revelan que carece de toda sindéresis y que la pérdida del poder omnímodo que tenía en Bolivia le está haciendo perder el juicio. Sus recientes declaraciones en su exilio en Argentina confirman que su estado psicológico, de nivel patológico de origen, se ha agravado y que bien merece atención de algunos de los famosos psiquíatras que existen en el país que lo cobija fraternalmente, bajo el amparo de autoridades alienadas que ven en Bolivia una especie de colonia.
Los exabruptos de Morales son dignos de antología por absurdos e incongruencias políticas y fueron difundidos en todo el mundo por toda clase de medios de comunicación y deben ser reproducidos para confirmar el desorden mental del paciente.
Entre sus primeras declaraciones (y una de las más sintomáticas) está la que dio, al huir a México, a sus seguidores de La Paz con la siguiente orden: “Hermano, que no entre comida a las ciudades. Vamos a bloquear, vamos a hacer un cerco de verdad; bloqueo hasta ganar, hermanos”, orden expresa que fue cumplida por sus adláteres que invadieron la ciudad en un verdadero ataque terrorista destinado a ejecutar crímenes, saqueos, destrucción, etc.
Entre tanto, el ministro de defensa, Javier Zavaleta, señalaba los alcances tácticos de la operación, revelando: “Estamos a un paso de que esto se descontrole. Ahora, lo que debería interesarnos a todos nosotros es que mañana esto no termine en una sangría”.
Para completar esa estrategia de recuperar el poder por la violencia y el terror, Evo Morales, huido de México a Argentina, completó su plan de operaciones con el objetivo de ensangrentar al país con un movimiento de sus hordas armadas, formadas sobre la base de milicias terroristas. Dispuso al respecto, por orden desde Buenos Aires, Argentina, trasmitida por radio chapareña, Kawsachun Coca, que su caída del poder fue un “error garrafal”, no habiendo tenido un “plan B” para evitar su dimisión, pero que volvería a luchar para volver al gobierno.
Esa declaración dice textualmente: “Entre movimientos sociales hemos reconocido, tuve muchas reuniones estos días; mucho nos hemos confiado. Fue un error garrafal, no teníamos un plan B, saben por qué hermanas y hermanos, porque derrotamos muchos golpes (…a). Quiero que sepan si de acá a poco tiempo, no sé, si volvería (yo) o alguien vuelva, hay que organizar, como en Venezuela, milicias armadas del pueblo”.
Esas afirmaciones del ex mandatario boliviano revelan un estado de paranoia que podrían servir de base para solicitar a las autoridades del país hermano del sur, a que no lo sancionen con encarcelamiento, sino su asilo en un sanatorio mental y, en caso necesario, también en La Paz.
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