Representantes de organizaciones sociales e indígenas suscribieron, recientemente, el “Acuerdo por la unidad de Bolivia” (1), con el objeto, fundamental, de defender la Democracia, en riesgo de periclitar ante el acoso político que proviene de sectores violentos e intransigentes.
El fiscal general del Estado, Juan Lanchipa Ponce, ha exhortado, asimismo, a mantener la paz social, en esta fase de significación histórica. “Estos no son momentos para intranquilizar y convulsionar a la sociedad, tomando en cuenta que estamos en una etapa de pacificación del país y siendo una obligación de todos nosotros contribuir a ese propósito” (2), afirmó.
La experiencia democrática, adquirida desde el 10 de octubre de 1982, nos hace pensar que tan sólo la paz social es el instrumento más efectivo y adecuado que nos ha permitido y nos permitirá trabajar, a favor de la consolidación del sistema de libertades, de cara al futuro. Si no procedemos acorde con estos históricos avances, estaremos cavando la fosa para la Democracia. La fosa para enterrarla junto con sus proyectos, con sus ideales, con sus esperanzas e ilusiones. La responsabilidad recaerá sobre quienes intentaron e intentan asfixiarla con medidas de protesta.
Por lo visto, debemos preservarla y profundizarla, por el bien de quienes vienen detrás de nosotros. Para que las nuevas generaciones abran los ojos en libertad y sin cortapisas de ninguna índole. Entonces surgirán libres de toda atadura político – ideológica. “Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la tierra”, según sentenció el presidente norteamericano Abraham Lincoln.
Veremos el renacer del sol de la libertad una vez que se haya apaciguado el torbellino de la convulsión social. Una vez que se haya disipado el afán de organizar milicias armadas como en Venezuela. Una vez que haya terminado la amenaza e intimidación a la ciudadanía que clama la pacificación nacional. Una vez que se haya despejado los aprestos subversivos, en contra del gobierno constitucional y de transición. Entonces estaremos afianzando nuestro proceso político restituido hace más o menos 38 años.
La Democracia es una obra común, construida paso a paso, con sacrificio, con sudor y llanto, desde los espacios de la persecución, de la clandestinidad y de la cárcel. No fue fácil recuperarla, de manos de quienes se creían los “enviados” o “salvadores”. De manos de quienes la menospreciaban y violaban asumiendo actitudes de omnipotencia.
La Democracia que nos legaron nuestros mayores fue el resultado del esfuerzo de todos quienes estuvieron comprometidos con las libertades ciudadanas, conculcadas, en aquellos tiempos, por la intransigencia y el autoritarismo. Ahora las cosas han cambiado y nadie puede ir en contra ruta de la historia.
En ese entendido las organizaciones sociales y el representante del Poder Judicial hicieron hincapié en la necesidad de defender la Democracia recurriendo a la pacificación nacional. Ésta que involucra también a la reconciliación por el bien común.
En suma: somos libres para pensar y actuar en Democracia, pero no así en dictadura.
(1) “7 sectores firman acuerdo ante amenazas del MAS”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, enero 10 de 2020.
(2) “Tratan denuncia contra Choque”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, enero 9 de 2020.
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