El economista Javier Milei dice que si Bolivia no quiere que le pase lo que le pasó a Argentina, que se fueron los chorros, llegó Macri, pero los chorros volvieron, tiene que denunciar todo el latrocinio, todo el descaro, para que la gente sepa el detalle de las cosas y no se equivoque.
Sigo aportando a ese propósito.
En apenas dos meses de gestión, el nuevo gobierno ha sido capaz de reducir el déficit fiscal de 9% a 7,7% del PIB, según informó el ministro de Economía, José Luis Parada.
Era previsible que la reducción, o el congelamiento, del presupuesto de propaganda que manejaba el anterior gobierno produciría efectos inmediatos, pero nadie había sospechado que llegaran tan aprisa.
Y quizá contribuyó a ello el hecho de que la presidente Jeanine Áñez no usa el tan caro y lujoso avión presidencial, que el cocalero compró pagando 38 millones de dólares, sin licitación y sin cumplir ninguna regla.
La deuda externa, que pasó en los años del MAS de 2.000 a 11.000 millones de dólares, es otro paquete de la herencia dejada por el anterior gobierno.
Lo curioso es que ese gobierno estaba compuesto por personajes seguros de que se iban a quedar para toda la vida en sus cargos, y es curioso porque, al mismo tiempo, estaban sembrando con minas antipersonales la economía del país.
Que el cocalero prófugo haya decidido proponer a Luis Arce Catacora para candidato a la presidencia del MAS es solamente la prueba de que no tenía idea de la política económica que se estaba aplicando en su gobierno.
Por lo que ocurre ahora que el candidato del MAS es el responsable del desastre económico de los catorce años del gobierno del cocalero prófugo. Si algún boliviano terminara votando a Catacora, sería probablemente alguien muy mal informado.
¿Quién hizo que el déficit fiscal suba hasta 9% del PIB, el más alto de América latina? ¿Quién suscribió los proyectos de presupuesto que terminaron destinando 4.000 millones de dólares a la propaganda y solamente la mitad a educación o salud? Fue Arce Catacora, el ahora candidato a la presidencia propuesto desde Buenos Aires.
¿Podrá este exministro explicar cómo hará para que la China Popular vuelva a provocar un incremento descomunal, jamás visto, de los precios de las materias primas, como el que se vivió entre 2008 y 2014?
¿Cómo explicará que él decidió incluir en los proyectos de inversión el monto de 1.200 millones de dólares para una planta de urea que ahora está parada porque sólo produce pérdidas?
¿O la planta separadora de Yacuiba, que costó 700 millones de dólares, para estar ahora operando solamente con 30% de su capacidad instalada? ¿Y la planta de gas natural licuado, que costó 200 millones de dólares y ahora está abandonada?
La cosecha de la mala herencia dejada por el MAS es abrumadora. Todos los días se sabe de nuevas bombas. Resulta que Sabsa es una empresa quebrada, a pesar de que quienes la manejaban antes de la expropiación cobraron varios millones de dólares de indemnización, porque era una buena empresa.
Y hay mucho más.
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