Bolivia sería otra Venezuela bajo un régimen autoritario de tendencia socialista, si lograra imponerse el sueño del refugiado en la Argentina, que es la creación de milicias armadas para sojuzgar a quienes piensan diferente.
Entonces la libertad de pensamiento y expresión sería conculcada. Se tendría que convivir con la mordaza y la censura, con la amenaza y la intimidación, con el temor y la incertidumbre, tal como se vive en la patria del libertador Simón Bolívar, bajo el mando de Nicolás Maduro.
Bolivia jamás será otra Venezuela, porque la idiosincrasia de su gente difiere, enormemente, con la del pueblo venezolano. Jamás, porque desde sus orígenes fue distinto su temple, en las luchas por alcanzar metas que signifiquen libertad, paz y bienestar. Y ahora se esfuerza por consolidar la Democracia, bajo la administración de un gobierno constitucional y transitorio, mediante elecciones generales, señaladas para el tres de mayo próximo. No obstante que los signos de la violencia y la intransigencia aún están vigentes.
En este marco, ninguna dictadura pudo consolidarse, porque puso en riesgo la cultura de la vida, la integridad territorial, los recursos naturales, renovables y no renovables. Y quienes pretendieron perpetuarse en el Poder, ante el menor estornudo del soberano se pusieron a buen recaudo. La historia nos ofrece páginas interesantes al respecto.
Los amigos de Bolivia, dispersos en los cuatro confines del mundo, reiteraron su preocupación al escuchar versiones como aquéllas que incitan a la creación de milicias armadas, que significaría el final de la convivencia pacífica, en Democracia. Y ha despertado mucha expectativa, entre ellos, el proceso electoral que culminará con la determinación del sufragio universal, por cuanto elegirá nuevos gobernantes.
Nuestros mayores, en una conjunción de esfuerzos, entre kollas y cambas, construyeron, experimentando inclusive situaciones muy difíciles, esta Patria digna de mejor suerte. Priorizando, básicamente, la vida sobre todas las cosas. Asimismo la justicia, la libertad y Democracia.
La imagen de Venezuela, que languidece bajo el Poder absoluto, está muy deteriorada y por consiguiente no es ningún referente como para encomiarla, ante la comunidad internacional. El hambre, la enfermedad y muerte, arrasan con toda señal de vida, de una manera inhumana, inconcebible y condenable.
De ello está persuadida Venezuela, de aproximadamente 30 millones de habitantes. Del total de esa cifra varios miles de personas abandonaron ese país en busca de mejores condiciones de vida en la región y el mundo.
En suma: por todo lo dicho nos animamos a decir que Bolivia jamás será otra Venezuela. Nuestro país tiene otro destino…
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