Después de 13 años y 10 meses
> Las últimas semanas del MAS en el gobierno se caracterizaron por tensión y violencia en el país, después de que la OEA comprobó que hizo fraude electoral por retener el poder
Después de casi 14 años con tres gestiones consecutivas al mando de Bolivia y la aceptación del Órgano Legislativo de la renuncia a sus cargos, este 22 de enero, termina la era de Evo Morales y Álvaro García, en Bolivia. Para el partido que gobernó nuestro país por casi una década y media, otro sería el escenario si sus líderes hubieran respetado el voto popular y evitado el fraude electoral.
“Dijimos varias veces, antes en el Palacio, ahora en la Casa Grande del Pueblo, no estamos de inquilinos, no estamos de pasajeros, no estamos en alquiler, los movimientos sociales, el pueblo unido antiimperialista, se va a quedar para siempre (.) Hemos venido para quedarnos, y ahora para toda la vida”, aseguró en agosto de 2018, el expresidente Evo Morales en una concentración del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Sin embargo, el líder cocalero, hasta ese entonces, arropado por un poder absoluto con el dominio de todos los órganos estatales, no se imaginaba que un año y tres meses después, la tarde del 10 de noviembre de 2019, renunciaría a su cargo y junto a él, su vicepresidente, Álvaro García, los presidentes del Senado y Diputados de ese entonces: Adriana Salvatierra y Víctor Borda, respectivamente. El MAS, en un arriesgado y fallido cálculo político provocaba un vacío de poder.
EL EPÍLOGO
La renuncia de Morales se dio después de 21 días de un paro cívico nacional, masivos cabildos, y contundentes movilizaciones de protesta en su contra y en contra del fraude electoral. El pedido de una segunda vuelta o unas nuevas elecciones, como eran las primeras demandas populares, cívicas y políticas ya no eran suficientes; la población quería fuera del gobierno boliviano a Evo Morales.
“Quiero informar desde Lauca Ñ que he decidido renunciar a mi cargo de la presidencia (de Bolivia)”, decía Evo Morales en un video grabado que emitió Bolivia Tv la tarde del domingo 10.
El sorpresivo hecho se produjo después de que la mayoría de la población organizada y movilizada pedía su renuncia. De forma paralela, el MAS organizó grupos de choque vandálicos, la Policía se vio rebasada y decidió amotinarse, en protesta por las malas condiciones y abusos del gobierno masista y aceptando el pedido del pueblo de unirse a la lucha contra el autoritarismo.
En ese escenario y en medio de un levantamiento civil, el hecho determinante que obligó a Morales a renunciar fue el pedido directo de las Fuerzas Armadas de la Nación: “Ante la escalada de conflicto que atraviesa el país, velando por la vida la seguridad de la población, la garantía del imperio de la Constitución Política del Estado, en conformidad al artículo 20 de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas y luego de analizar la situación política interna, sugerimos al Presidente que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”, decía el comunicado que leyó el entonces comandante de las FFAA, general Williams Kaliman.
Morales argumentó que renunciaba a su cargo para “pacificar Bolivia”, sin embargo, a horas de su renuncia, en las ciudades de La Paz y El Alto, grupos vandálicos afines al MAS desataron una ola de violencia con saqueos a comercios, quema de viviendas particulares, de edificios policiales y de empresas privadas, amenazas a medios de comunicación independientes y una suerte de amedrentamiento y caos que sembró terror en la población.
Ese 10 de noviembre, ambas ciudades vivieron una larga noche de terror con 64 buses Pumakatari incendiados, con varios edificios de la Estación Policial Integral (Epi) que fueron saqueados y destruidos por el fuego, pero también con una población organizada que se auto convocó para hacer vigilias nocturnas en cada calle y esquina de la ciudad para resguardar sus viviendas.
En medio de ese escenario dantesto, casi al final de la tarde, un avión de la Fuerza Aérea Mexicana enviado por el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, sacaba de territorio boliviano a Morales, Álvaro García y Gabriela Montaño, exministra de Salud y exlegisladora.
Morales en México, a pesar de que el gobierno de López Obrador le dio un tratamiento principesco, no resistió ni un mes ya que el 6 de diciembre de 2019 salió presuntamente rumbo a Cuba y seis días después arribó hasta la Argentina, después que el populista Alberto Fernández y Cristina Fernádez fueron posesionados.
En los últimos dos meses de 2019, Evo Morales pasó de Presidente de Bolivia a jefe de campaña de su partido y asilado político con un abierto incumplimiento de las normas internacionales porque desde donde se encuentre aprovecha todos los medios masivos y digitales para una feroz campaña contra el Gobierno de Jeanuine Añez.
El 18 de diciembre, la Fiscalía General emitió una orden de aprehensión contra el expresidente Evo Morales por los presuntos delitos de sedición y financiamiento al terrorismo.
“A la comisión de investigadores asignados al caso y/o director departamental y/o nacional regional de la FELCC y/o cualquier funcionario público hábil o autoridad para que aprehenda y conduzca al Señor: Juan Evo Morales Ayma ante las oficinas de la Fiscalía Especializada Anticorrupción y Legitimación de ganancias ilícitas...”, señala la orden del Ministerio Público de Bolivia.
Ayer, con la aceptación de la carta de renuncia en el Legislativo, se consolidó el fin de la era Morales-García con un MAS fraccionado, con el descontento de muchos sectores afines por que Morales impuso a sus candidatos, con acusaciones entre legisladores del mismo partido de corrupción y con anuncios de varias organizaciones sociales de que se alejarán del partido azul cuya cúpula solo arropó a un caudillo ahora alejado de Bolivia, asilado en Argentina y acusado de sedición y terrorismo entre otros delitos.
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