Parejas
A veces insistimos en el dolor para mantener vivo nuestra fantasía. No es nada agradable fantasear sobre lo que duele, lo que duele, lo que nos duele, Esperar lo que nunca vendrá es lo mismo que renunciar a vivir. Ver la realidad duele, ¡pero libera! Déjalo ir…
Nos acostumbramos a las personas, situaciones, cosas que están a nuestro lado. Muchos de ellos realmente nos hacen bien, otros simplemente “queremos creer” que nos hacen bien.
Es sorprendente, cuánto cerramos los ojos a lo que nos duele, cuánto queremos negar la verdad, cuánto queremos escapar de la realidad para mantener vivo un gran sueño, una vana ilusión.
Soñar es bueno. Pero fantasear y autoengañarse es muy destructivo. Soñar es plantar la semilla del mañana y dibujar el mapa que nos llevará a donde querramos.
Fantasear es querer negar lo que es, escapar de lo real, camuflar lo que se avecina. Negamos la realidad, lo que duele, lo que te hace sufrir, solo para mantener vivo un invento nuestro. Déjalo ir.
Inventamos lo que puede hacernos felices y cómo deberían ser las cosas. Compramos tanto esta idea de felicidad que comenzamos a creer que sin ella no seremos nada.
Tenemos esta idea en la creencia de que solo podemos ser felices con cierta persona, en cierto lugar, con cierta cosa. Con frecuencia logramos estas cosas y el precio que pagamos por ellas es muy costoso. Es el precio de la decepción de no querer ver que esto no es lo que imaginamos.
Pero en nuestro orgullo, todavía queremos mantener ese sueño. Llegamos a aceptar cosas que nos duelen, nos maltratan, no agregan nada positivo, solo para mantener las apariencias o la ilusión de la naturaleza muerta. Esa misma ilusión que “adornamos” y llamamos esperanza.
No querida, lamento decírtelo, pero muchas personas no cambiarán, muchas no volverán a ti, muchas situaciones como están no mejorarán. Se necesita valor para recordar que esperar lo que nunca llegará es lo mismo que dejarlo ir.
No podemos dejar que el orgullo y la vanidad, de no querer admitir que estábamos equivocados, nos impidan dejar de lado lo que es malo para nosotros. Hay tantas cosas hermosas con las cuales compartir, entonces, ¿por qué apegarse a este sueño que nunca se hará realidad? ¿Cuál es el precio de este disfraz?
Ver la realidad duele, ¡pero libera! Lo mejor que puedes hacer es dejarlo ir. Deshazte de ese peso.
En la vida, una ley muy importante es la del eterno cambio. Si tienes tiempo para observar y reflexionar, verás que todo cambia. Nada queda igual. La gente va y viene, cambia y cambia. Ya sea en la partida en la vida o en la muerte inevitable, nada es nuestro. Todo se va un día.
Por eso, es muy importante entender que nadie es de nadie. Que en las formas de vida los paisajes y los compañeros de viaje cambian, y pueden cambiar en cualquier momento.
Que cada uno llegue a su debido tiempo para cumplir su propósito. Sin embargo, es aconsejable comprender que cuando algo ha cumplido su propósito y necesita irse, es mejor dejarlo ir.
La separación no siempre es fácil, y muchas de estas partidas no son bonitas. Pero es mucho más doloroso aferrarse a lo que ya no es correcto. Porque son estas cosas las que bloquean tu camino.
Déjalo ir … Sin dolor ni rencor, incluso si esa persona o situación te enfermó. Cada uno tiene sus propias capacidades y no podemos exigirles más madurez de la que pueden dar.
También estamos todavía en este trabajo de progreso emocional. Deja que la primera piedra arroje al que cree que ya está completamente maduro emocional y mentalmente. Deja que el otro se vaya en paz no solo por él sino por ti. Porque necesitas continuar sin estas heridas o dolores de mártir.
Déjate llevar y sigue adelante. Descubrirás que es mucho mejor dejar ir lo que ya está haciéndote mal que desear lo que ya no puede florecer. ¡Para que te lleguen cosas nuevas, debes dejar de lado aquellas cosas que ya han cumplido su destino en tu vida!
Déjalo ir … Sin dolor ni rencor, incluso si esa persona o situación te enfermó.
Rocío Carmona
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