Abraham Coaquira Huancollo
I
El turismo receptivo en Bolivia para el 2018, según datos preliminares del Instituto Nacional de Estadística (INE), llegó a 1,448,376 pasajeros, con esas cifras seguramente el 2019 sobrepasamos los 1,5 millones de pasajeros. De acuerdo con datos estadísticos, lamentablemente decaerá el crecimiento para el 2020 por problemas sociales nefastos para la actividad turística. El crecimiento promedio anual era de 6,9%, un porcentaje medianamente plausible por la gran capacidad de destinos turísticos importantes y productos culturales de gran tasación intangible que tiene nuestro país.
El turismo es una actividad económica democrática e integradora, llamada muy acertadamente industria sin chimeneas, la cual por conflictos sociales e intransitabilidad es afectada, irremediablemente. Y es que muchos de esos actores son perjudicados y desamparados por políticas de seguridad y planes contingentes de parte del Estado.
El conflicto reciente se inició por efecto de las elecciones (ya anuladas) del 20 de octubre de 2019 y convulsionó la situación política-social del país. Entre los hechos hubo inseguridad de tránsito en ruta a destinos importantes, cierre del Aeropuerto Internacional de El Alto y agresiones a turistas que filmaban el acometido evento. Las operadoras de turismo tuvieron que modificar varias veces y aplazar el horario de los transfers (horario de recojo de pasajeros) para alcanzar los vuelos nacionales e internacionales.
La salida del expresidente Evo Morales, que debería haber pacificado el país, empeoró los conflictos político-sociales, con bloqueos para impedir el acceso de la ciudad de La Paz, con la intención de evitar el abastecimiento de suministros básicos. Y hubo escalada de bloqueos en las provincias que articulan el circuito importante del tránsito de turistas del Perú hacia nuestro país (Kasani, Copacabana, La Paz / Desaguadero, Tiahuanaco, La Paz). En esos escenarios, los turistas y trabajadores en turismo atrapados en conflicto tuvieron que buscar la manera de retornar por vías alternas no convencionales, para alcanzar a su destino. Ante esta atmosfera político-social, las operadoras y agencias de turismo receptivo se vieron obligadas a cancelar itinerarios de grupos y tours de pasajeros sueltos, definitivamente y en los tours afectados en ruta (pasajeros que tenían que entrar al país) se los desvió por vías alternas en países vecinos, concluyendo en estos últimos meses con la paralización de toda la actividad.
En el turismo receptivo del país existen en general dos temporadas, la europea y la asiática en mayor movimiento, si bien la temporada europea fue afectada a postrero, la asiática fue anulada casi en su totalidad de grupos, lo que deriva en un gran golpe económico a las operadoras, hoteles y toda la cadena de la industria que tenían cuentas confirmadas de pasajeros asiáticos. Y uno de los destinos más afectados colateralmente es Uyuni, por el hecho de que los asiáticos viajan atraídos por el maravilloso Salar de Uyuni, que en esta temporada de lluvia es un espejo del cielo, de horizonte perplejo y abanico de colores, perfecta para postales y sesión de fotografías.
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