Juan Huañapaco Quino
La Constitución Política del Estado plantea la cualificación del maestro para mejorar la calidad educativa, tener en las aulas a maestros críticos, reflexivos, autocríticos, propositivos, innovadores, investigadores; comprometidos con la democracia y las transformaciones sociales, como señala la Ley 070. Es un reto para la gestión escolar 2020.
Los maestros en las últimas décadas han venido apropiándose de modelos y paradigmas que priorizan más la enseñanza que el aprendizaje efectivo. Reciben capacitación y adquieren un mayor nivel de conocimiento, lo que no se traduce en cambios o innovaciones pedagógicas en el aula; los resabios de la educación tradicionalista aún se mantienen vigentes. El problema de la escuela y de los maestros no es reciente, peor aun cuando la ciencia y la tecnología desatan desafíos de una educación diferente para una sociedad diferente.
Es tan cierto que la educación en Bolivia ha pasado por momentos históricos, donde la participación de los maestros ha sido importante, no solo en el proceso de enseñanza-aprendizaje sino en la transformación del país. Estamos a días del inicio de una nueva gestión escolar y los bolivianos esperan cambios no solo de organización y planificación, sino de la mirada prospectiva y retrospectiva que tengan los maestros, sabiendo que el humanismo del Siglo XXI, como base filosófica, es el centro del cual surge la cuestión de la ética y de la educación, siendo el principio la responsabilidad por el otro.
En ese entendido, la escuela de hoy debe ser generadora de cambios de actitud en las personas, espacio de relación simétrica sin prejuicios ni subestimaciones, donde se construya el potencial humano capaz de transformar la realidad, con maestros comprometidos con el quehacer educativo.
Efectivamente, la escuela de hoy con maestros transformadores, conocedores del contexto, productores de conocimientos y con una autoestima positiva, construye una autoconciencia crítica en las personas. Que los maestros sean más activos en el diseño, desarrollo, evaluación y reformulación de estrategias y programas de intervención educativa y formación integral. Que el maestro sea el sujeto creador de sus propias teorías, comprobando su validez y aplicación en la práctica, como señalan los entendidos en educación. Creador de espacios para que los estudiantes, mediante su propio esfuerzo y voluntad, obtengan resultados no solo de satisfacción, sino de profundos cambios personales y sociales. Mediador de aprendizajes, además de facilitador que promueve acciones en función a los cambios actuales. Es necesario dejar viejas prácticas de la escuela tradicionalista y sumergirse en nuevos roles de apoyo y complemento, como motivador, impulsor, conocedor de problemas y propiciador de espacios de comunicación.
Para generar características positivas de los maestros, es fundamental plantear políticas de autodesarrollo profesional. Que el maestro deje de ser una persona que enseña y se convierta en una persona que organiza el conocimiento y el aprendizaje, en función al tipo de hombre que requiere el país, fortaleciendo sistemáticamente las políticas educativas emergentes.
El desafío de los maestros es repensar y reorientar la acción pedagógica en la gestión escolar 2020, no con una receta para aplicar, como en la educación bancaria del siglo pasado. Reformar el pensamiento del ser humano, para una educación del mundo actual, es tarea de todos.
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