Narciso Isa Conde
Aquí, y en muchas partes del planeta, la política institucionalizada dejó de ser una disciplina mínimamente respetable cuando se transformó en negocio.
Los partidos se convirtieron en empresas de negocio, en compañías por acciones que ejercen el negocio de la política. Un negocio altamente rentable.
Entre las compañías por acciones del negocio político las hay corporaciones y empresas grandes, medianas, pequeñas y micro. Los consejos de accionistas de esas compañías son sus órganos dirigentes conectados a fuentes de financiamientos: empresas, fortunas, fondos, personas que invierten desde dentro y desde fuera de las estructuras estatales y el sistema tradicional de partidos.
Entre este tipo de inversionistas sobresalen los políticos enriquecidos en el ejercicio de variadas modalidades de corrupción. Pero no solo.
También capitalistas privados de diversas dimensiones y corporaciones transnacionales.
Presidentes y expresidentes enriquecidos, altos funcionarios e instituciones con acceso a fondos públicos y patrimonios de la Nación.
Fundaciones y ongs creadas por Estados, corporaciones y agencias internacionales.
Bancos de negocios y bancas de apuestas.
Narco-carteles y bandas practicantes de negocios ilícitos.
La inversión en la política como negocio se hace desde precandidatos y candidatos ricos o a través de aquellos en el que los híper-ricos invierten.
Entre los políticos ricos que invierten más y con más facilidad, abundan aquellos que detectan importantes fortunas a partir de una suma de prácticas delictivas.
Pasa igual con las grandes empresas privadas de aquí y del exterior, mientras los cárteles de las drogas han incorporado al negocio de la política la denominada narco-política.
Las inversiones en política tienen una rápida tasa de retorno y una alta tasa de ganancia. La inversión se recupera rápido y los beneficios de inversionistas y testaferros son elevadísimos.
Es un negociazo con súper-ganancias.
Los fondos de inversión proceden del presupuesto nacional vía asignación discriminada a favor de quienes más poder y riquezas mal habidas concentran; y además, vía robo al Estado, a sus presupuestos y al patrimonio público y natural del país y sus fuentes de créditos.
Pero no solo. Proceden también de los fondos de la corrupción y narco-corrupción privados o privatizados, de los cárteles de la construcción, drogas, combustibles, negocio de salud y alimentos… que operan con sus propios bancos de negocios electorales e invierten y lavan dinero en la política tradicional y sus comicios.
El sufragio universal ha sido mercantilizado y convertido en un importante mecanismo del negocio político, operando como mercado electoral.
Un mercado que a su vez no es libre, sino controlado por monopolios y oligopolios políticos: esto es, por uno, dos o tres partidos-empresas; dirigidos por políticos corruptos y empresarios, que como candidatos imponen la conversión masiva de electores/as empobrecidos/as en clientes “borroneados” y/o alienados desde instancias estatales y privadas metidas de lleno en ese negocio; un negocio que genera poder económico y político, y principalía social.
Medios y redes privadas y estatales de comunicación operan como grandes unidades de relaciones públicas de ese y otros negocios políticos asesorados por expertos mercadólogos, firmas encuestadoras y fabricantes de imágenes; todos altamente cotizados, mientras más inescrupulosos en mayor escala.
La seguridad o blindaje del negociazo la garantiza un régimen de impunidad con bases constitucionales e instituciones a su servicio.
Los mecanismos de arbitrajes y supervisión de la competencia mercantilizada son parciales y sus componentes parte de negocio.
¿Allá los/as que opten por hacerle el juego a tal degradación y/o perversión político-institucional y empresarial, o por tratar de pescar pequeñas y decorativas cuotas de honestidad que hacen las veces de “golondrinas que no crean verano”?
¡Que le vaya lindo!
Yo prefiero promover la subversión callejera frente a este sistema oprobioso, siempre desde una modalidad política institucionalmente excluida, despreciada y estigmatizada por los portavoces y sustentadores de la política como negocio y del lumpen capitalismo en boga. ¡Hasta que la conciencia y organización colectiva que lo impugne logre producir un cambio estructural profundo vía proceso constituyente soberano!
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