Huanuni en el zoológico de elefantes blancos

Un “extraordinario legado” dejó Evo Morales al país a tiempo de renunciar a su mandato presidencial y darse a la fuga a México con su inefable valet y asesor Álvaro García Linera. Esa herencia consiste en el gigantesco zoológico de elefantes blancos creado durante los catorce años de su omnímodo paso por el poder, disponiendo a su libre albedrío de los caudales de la bolsa abierta que tenía a su cargo el ministro de Economía, Luis Arce Catacora, zar de la finanzas, genio económico en tiempos de bonanza y vacas gordas, pero ineficiente en épocas de crisis y vacas flacas.

Ese zoológico comprende alrededor de medio centenar de llamadas empresas, supuestamente destinadas a industrializar el país, cuyo costo pasó de los 20 mil millones de dólares que solo rinden pérdidas, problemas, deudas y un rosario interminable de dificultades económicas y sociales.

Entre los monstruos de ese gigantesco museo de elefantes blancos se encuentran la Planta de Bulo Bulo, el Museo de Orinoca, Papelbol, Cartonbol, el proyecto del litio, la planta azucarera de San Buenaventura, el aeropuerto del Chapare, el avión presidencial y otros muchos que están en la memoria de los bolivianos.

Uno caso emblemático de ese conjunto de decenas de empresas que no funcionan o producen ingentes pérdidas y no tienen porvenir, es la mina Huanuni (EMH) de propiedad y administración del Estado plurinacional, centro minero conducido a situación catastrófica a título de socialismo del Siglo XXI, capitalismo de Estado, proceso de cambio y otras lindezas de la publicidad semántica del gobierno Morales-García Linera.

En este elefante blanco el MAS invirtió en el año 2008 casi 1.500 millones de dólares, incluyendo otro elefante blanco que nunca funcionó, como es el Ingenio Lucianita, empresa manejada por Comibol (otro fabuloso ejemplar del zoológico) que se ha convertido en un barril sin fondo.

Cuando Huanuni pasó a administración del gobierno del MAS tenía alrededor de dos mil trabajadores y daba ganancias, pese al bajo precio de los minerales. Entonces, por políticas demagógicas, Evo Morales autorizó aumentar el número de trabajadores a cerca de cinco mil, en momentos en que el precio del estaño subió hasta 15 dólares la libra, o sea con la idea de que la mina rendiría ganancias.

Pero la mina fue administrada con tan baja eficiencia y honradez, que solo produjo pérdidas y hoy es un pozo sin fondo, al extremo que pierde cada año ¡dos millones de dólares!, sin contar el robo de mineral (juqueo), con frecuencia de los mismos trabajadores, así como otros canales, como la caída de productividad, pago de deudas, etc. Ese es el legado de Evo Morales y compañía al pueblo boliviano.