Una de las mega obras más fastuosas del Gobierno de Evo Morales es la sede del Parlamento de Unasur en el municipio de San Benito, pero inútil al mismo tiempo. Su costo alcanza a 72 millones de dólares, que al igual que otras obras y emprendimientos de ese régimen carecen de uso o se encuentran en prematuro deterioro. Se inauguró en septiembre de 2019, pocos meses antes de la renuncia del ex presidente y jamás se inauguró con ningún acto de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), organismo en actual desintegración.
El proyecto es otra muestra de la megalomanía del ex presidente, expresada por la monumental infraestructura, la cual habla por sí sola de los designios de eternización de su mentor, exaltando su vanidad y adicción de mando. Este plan de eternización sería suficiente para acallar cualquier crítica, como venía sucediendo. Creía él que con estos planes faraónicos alcanzaba niveles de liderazgo privilegiado tanto en el país como a nivel latinoamericano y, por supuesto, en Unasur. Esta ambición se hace evidente en muchos de sus actos. Es así, también, que se convierte en un viajero de tiempo completo para asistir a todo tipo de eventos internacionales, a costa de los recursos públicos.
La priorización de los intereses políticos de Evo Morales ha determinado, en muchos casos, dejar de atender las apremiantes necesidades del interés social, llámense hospitales, centros educativos, cárceles, etc. ¿Cuántos hospitales se podía construir con el monto invertido en este elefante blanco? Lo propio ocurre con la Casa Grande del Pueblo, el Museo de Orinoca, etc. No hay duda que con estas acciones no se defiende a los pobres, sino que se hace todo lo contrario, y tampoco sirvieron los años de bonanza económica ni el endeudamiento nacional, que de más o menos 3.000 millones de dólares se encuentra ahora en 11.000 millones de la misma moneda.
Conmueve ver la situación actual de estas edificaciones expuestas al deterioro. Para empezar, hay goteras, resquebrajamientos, la vegetación descuidada ha cubierto toda el área exterior y cubre sus 400 hectáreas, rodeadas en su integridad por malla olímpica. La alcaldía y el concejo municipal de San Benito tratarán su destino futuro, considerando que el gigantesco complejo podría servir para hospital público, universidad, centro tecnológico o eventos sociales. Prefieren que pueda albergar una universidad, sin embargo, las autoridades locales no consideran que se trata de una inversión del Estado, ni que a éste le corresponde asignarle un destino, más aún porque su adaptación implicará una nueva enorme inversión.
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