Deuda innecesaria

Ahora que han comenzado las auditorías externas a la desastrosa herencia dejada por el MAS en la economía del país, surge como primer tema de interés el endeudamiento externo.

PETRÓLEO ORO ZINC El precio del petróleo es otra de las víctimas del coronavirus y el precio podría seguir cayendo. La demanda en China no alcanzó los niveles esperados durante las festividades del año nuevo lunar, precisamente por la prohibición a los viajes entre ciudades. China es el mercado de mayor crecimiento en la demanda de petróleo y cada día que pasa se levantan nuevas barreas a la importación de bienes físicos de China y esto afectará la demanda. Las noticias positivas sobre el crecimiento en Estados Unidos no lograron revertir el efecto del coronavirus sobre la percepción de los mercados. El efecto sobre las materias primas industriales es a la baja pero el oro espera repuntar y podría alcanzar los 1.700 dólares la onza troy en el mediano plazo. Tras la caída de las exportaciones de gas natural, la minería es el mayor sector exportador de Bolivia y el oro sobrepasó las exportaciones de zinc en 2019. El precio de los metales industriales está cayendo debido a la reducción en las expectativas económicas de China mientras dure su lucha contra el coronavirus. El índice de materias primas más influyente del mercado, el RICI, que cerró 2019 con un alza de 12 %, ha caído en 5,7 % en el último mes y 4,7 de eso sólo en la última semana. El valor de las empresas mineras ha caído entre 9 y 3,6 % en Asia como efecto directo de la crisis viral.

Si los ingresos aumentaron en seis veces, ¿qué justifica que el país se hubiera endeudado en esa misma proporción? El ministro José Luis Parada está seguro de que el endeudamiento comprometido por el gobierno del MAS era “innecesario”.

Lo bueno es que ahora, el responsable de ese endeudamiento, el exministro Luis Arce Catacora, está en Bolivia haciendo de candidato del partido que gobernó el país de 2006 hasta 2019.

Cuando el MAS llegó al gobierno, la deuda externa sumaba 2.2.08 millones de dólares y cuando sus caudillos huyeron del país la deuda había subido a 11.079 millones.

Sobre la pregunta acerca de qué hicieron los masistas con los ingresos superiores en seis veces, equivalentes a los que tuvieron anteriores gobiernos durante setenta años, serán las auditorías las que revelen lo que pasó.

El primer caso que se somete a una auditoría externa es de planta de urea y amoniaco de Bulo Bulo, que costó 1.000 millones de dólares y ahora está parada porque pierde dinero.

En este caso, el ministro Parada tiene razón. Ese gasto era innecesario, porque no ha servido para proveer de urea a los agricultores bolivianos ni a los extranjeros, porque olvidaron que la planta requería de un seguro sistema de transporte, que no lo tiene.

De lo que surge la duda de si ese proyecto, y otros más, no fueron aprobados por el anterior gobierno pensando solamente en los sobreprecios y en las comisiones que suelen pagar las empresas beneficiadas con los contratos.

Y eso lleva a detectar la enmarañada conexión de hechos de corrupción detrás de cada una de las inversiones.

El único inventario que se ha hecho hasta ahora de los negociados del gobierno del MAS ha sido el de Waldemar Peralta, en Tarija, que se reunió en un libro titulado “Elefantes en Tarija” por la cantidad de obras insulsas, pero muy caras, que ordenó el partido del cocalero.

El inventario nacional ha comenzado y avanza con la lentitud impuesta por el caos en que quedaron todas las cosas tras la repentina fuga del cobarde caudillo. Los nuevos funcionarios no terminan de asombrarse e indignarse por algún descubrimiento hecho en la revisión de los documentos oficiales, que llega otro, más asombroso y más indignante todavía.

Bulo Bulo había estado mencionado por noticias del escándalo de la corrupción, comenzando por el sobreprecio y los detalles de los contratos firmados por la señorita Gabriela Zapata, cuando el ministro Víctor Hugo Zamora decidió someter todo el caso a una auditoría externa. Era la idea que faltaba, que seguramente ha de abarcar a todos los casos del festín de la corrupción.

El gobierno del cocalero justificó la ampliación del área cultivada del país con el argumento de que se trataba de producir más azúcar y soya a fin de disminuir la importación de carburantes.	Lo malo es que todo resultó siendo un pretexto para la dotación irregular de tierras en la Chiquitanía incendiada a favor de militantes del partido del cocalero deseosos de hacerse cocaleros.