Desde la tierra
¿Aún hay tiempo? Parece que no es posible vencer el perverso destino de Sísifo, que acompaña a los bolivianos desde el inicio de su historia republicana. En 1809, fueron los primeros criollos en rebelarse contra la corona española en el continente americano, como un eco algo distorsionado de la gran rebelión de indios en 1780 y del movimiento independentista de los haitianos.
Al final, fueron los altoperuanos los últimos en firmar un acta de independencia. Quedaron excluidos de aquella y sucesivas ceremonias y asambleas constituyentes los guerreros que habían mantenido 15 años de resistencia. Afuera sobrevivieron, como porteras, las mujeres que habían entregado sus hijos a esa utopía que comenzó a llamarse patria. La Juana consolada por el nieto, la Vicenta consciente que había donado todos sus recursos para atender unas batallas que pronto la olvidaron.
Al borde del bicentenario la historia no cambia. Abundan los ejemplos.
Por ello asombra, y a la vez se confirma, ese hado Sísifo perverso con la candidatura de la presidente Jeanine Áñez, que decidió posar para la foto del poder coyuntural en vez de quedar en el video de la posteridad. Decidió convertirse en una más del montón y abandonar la oportunidad de ser única; prefirió atender los aplausos de los cortesanos de todos los tiempos en vez de escuchar al Hombre Mil, ese buen consejero que recomienda Rudyard Kipling a todos los poderosos.
¿Optó por suicidarse, hastiada de la vida que le espera o fue acribillada por los cantos de los sirenos y faunos que asoman apenas hay carnada para devorar?
Es posible que las presiones llegaran desde allende nuestras fronteras, mucho más lejos de las intrigas palaciegas. Es posible todo, en medio de esta borrasca de los juegos por un trono que ahora se disputan en tableros más y más complejos, donde intervienen las fichas rojas sin que ni las negras ni las blancas sean reinas sino solamente peones de feroces estrategas.
En todo caso, Jeanine Áñez sopló con un solo gesto el castillo de prestigio y valentía que había logrado en dos meses de costosa construcción, ladrillo a ladrillo. Muerte en dos actos, el primero anunciando su candidatura a la presidencia para intentar perpetuarse en el palacio, aunque seguramente la suerte le será caprichosa. La segunda, la más desilusionante, culpando de machismo a las miles de voces que han cuestionado esa decisión.
Un gran tropiezo de Luis Revilla que podría finalmente haber afianzado su trabajo al mando de la alcaldía paceña, después de diez años de desempeño bajo la durísima presión del poder central del MAS. Pudo ser el rostro de la diferencia con las ganancias derivadas del apoyo público a su gestión, identificada en los buses pumakataris.
No deja de ser patético el derrumbe acelerado de las dirigencias cívicas. Valientes en el llano, fracasados en la visión de construir país.
En el medio, la actitud del grupo central de Comunidad Ciudadana con una gran capacidad de alejar aliados visibles y posibles. Parece que son más importantes las voces del aplauso, amigas y amigos. Rápidamente alejaron a las opiniones diferentes, a las visiones que propusieron autocríticas, miradas más profundas, transiciones más adecuadas a los nuevos desafíos.
El MAS no es el enemigo, el enemigo es su método, ese que se ha quedado.
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