Fabián Freire L.
El pasado viernes 24 de enero, la presidenta Jeanine Áñez comunicó a todo el país que iba a presentarse como candidata en las elecciones generales de 2020. Este anuncio inmediatamente causó diferentes reacciones en la población. Unos estaban de acuerdo con la postura tomada por Áñez. Otros, sin embargo, consideran que es un grave error y puede tener muchas consecuencias negativas. Haciendo un análisis más profundo respecto a la decisión de la presidenta, nos damos cuenta que esta es una equivocación terrible que va a traer múltiples consecuencias negativas para la nación.
Es evidente que a partir de ahora, Áñez tendrá más dificultades para gobernar. La Asamblea Legislativa (que está bajo control del MAS) que hasta ahora había tenido una actitud “respetuosa” y paciente con Áñez, pasará a ser el “enemigo público” número uno del gobierno. Esta reacción del Legislativo es lógica, ya que ahora el gobierno es una competidor más en el ámbito político y electoral. El Legislativo no tendrá la misma paciencia y comprensión con Áñez, ya que pasó de alguien “neutro” a un “rival”. Es entonces obvio que Áñez tendrá enormes problemas de gobernabilidad en los meses venideros, lo cual hará que el gobierno de transición tenga serios problemas en la hora de tomar decisiones.
Esperemos que estos problemas de gobernabilidad no lleguen a ser parecidos a los que enfrentó Hernán Siles Zuazo en la gestión 1982-1985. Sumado a este problema, Áñez perderá una gran parte de apoyo y aprobación popular. Al ser partícipe de las próximas elecciones, el pueblo será más exigente con el gobierno en todos los aspectos. Tendremos de vuelta conflictos sociales mayores y los sectores que fueron pacientes con el gobierno comenzarán a causarle problemas. Como si no fuera suficiente, al haber perdido una gran parte de su apoyo, las decisiones de Áñez serán más criticadas y cuestionadas, pues pasó de ser “árbitro” a “jugador”.
Lo positivo de esta decisión es que estos meses nos servirán para observar cómo sería realmente un gobierno presidido por Jeanine Áñez, en caso de que ella obtenga la victoria el 3 de mayo. Creo, de igual forma, que la candidatura de Áñez da fuerza a la ridícula idea de que en Bolivia hubo un “Putsch” (golpe de Estado). Pienso que todos los bolivianos sabemos que en nuestro país nunca hubo un golpe de Estado, sino un fraude electoral descarado. Pero en muchos países se tiene una visión diferente a partir de las declaraciones públicas de Evo Morales. La postura tomada por Áñez solo refuerza esta errónea idea.
Esto hará que los bolivianos quedemos de nuevo mal parados en el exterior, sobre todo los que salieron a defender su voto. Todas las personas que resistieron en las calles por 21 días, verán cómo su lucha es desprestigiada por un error que pudo haber sido evitado. Ellos deseaban la formación de un “Frente Único” que fuera capaz de eliminar al MAS del panorama político durante los próximos cinco años. Áñez hizo trizas este deseo, por lo que el MAS es el único beneficiado con esta situación. Se supone que la dispersión del voto no debía estar presente en esta elección y que ésta sea causada en parte por el gobierno de transición es algo realmente bochornoso y penoso.
Pero creo que el error más grande de la candidatura de Áñez es que proviene de un gobierno de transición. La única tarea de este gobierno era llamar a elecciones, no participar en éstas. Incluso gobiernos de transición a la cabeza de dictadores cumplieron su deber. Sin ir muy lejos, el de David Padilla o el Guido Vildoso que entregaron el poder cuando llegó el debido momento. La decisión de Áñez tristemente pasará como un error muy particular en nuestra historia, más que todo porque viene de un gobierno de transición que va a realizar el llamado a elecciones de forma vergonzosa.
Para terminar esta reflexión, creo que es conveniente dirigirse a los potenciales votantes de Áñez. Creo que es prudente decirles que no por haber hecho las cosas de forma adecuada estos meses, esto significará que será así en los próximos años. Como bolivianos creo que lo conveniente es pensar en lo mejor para nuestro país a largo plazo y no por unos meses.
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