Los partidos políticos o alianzas encuentran su vigencia, hoy como ayer, en Democracia y no en otro procedimiento gubernamental. En un sistema de libertades y Estado de Derecho, indudablemente.
Eso lo vimos en las diferentes competencias electorales, desde que la Democracia retornó, el 10 de octubre de 1982, gracias al esfuerzo y empuje del pueblo boliviano. Unos años antes, a fines de la década de los 70 del siglo pasado, ya hubo alianzas. Una de ellas fue conformada por MNR, PDC, FRI, PRA y MRTK. Asimismo, a mediados de los años 60 se presentó el Frente de la Revolución Boliviana, que agrupaba al PRA, PIR, MPC, PSD y excombatientes del Chaco.
Partidos o alianzas que difieren por sus tendencias ideológicas y por sus propuestas en términos electorales. Unos arrastraron masas y otros apenas fueron la sombra de unos cuantos. Pero todos ellos, como bien sabemos, se arrogaron la representatividad de la ciudadanía boliviana. Lo hicieron sin el menor escrúpulo.
Ahora, con miras a las elecciones del tres de mayo venidero, se conformaron cuatro alianzas políticas: Libre 21, Creemos, Comunidad Ciudadana y Juntos, según la información proporcionada por el organismo electoral, que preside Salvador Romero.
Éstas emergieron con el liderato de cambas, kollas y cochalas, que se conjuncionaron bajo los pliegues del rojo, amarillo y verde. Con la participación de hombres y mujeres, políticos y profesionales, cívicos e intelectuales, quienes se empeñaran por posesionarse en el Palacio Quemado, mediante el sufragio universal.
Para ese propósito tratarán de cautivar al electorado nacional y, particularmente, a los sufragantes del eje central, donde se concentra el voto, que pudiera hacer posible el milagro de la victoria, del 2020, de uno de los aspirantes a la presidencia de la República. Ello no importa en la segunda vuelta.
Entonces el papel fundamental que le tocará desempeñar al ganador en primera o segunda vuelta será consolidar, en definitiva, la Democracia, como un homenaje a la memoria de nuestros mayores que lograron la restitución de ese sistema de libertades, derramando, inclusive, sangre.
Preservar la libertad recuperada en duras jornadas de movilización, con la decidida presencia de gente joven y mujeres de toda edad, en noviembre pasado. Que implicó la huida de quienes manejaron a su antojo el destino nacional, durante 14 años.
Mantener, asimismo, la paz social, generadora de desarrollo y bienestar, reencauzada por el gobierno constitucional, que encabeza la doctora Jeanine Áñez, de origen beniano.
Velar para que la economía nacional no sea desvirtuada en desmedro de los bolsillos de sectores populares.
En suma: la tarea es vasta y difícil para quienes se harán cargo del gobierno nacional después de mayo.
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