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La educación en Bolivia ha atravesado por muchos eventos y formas, desde la impartida por los sacerdotes en los seminarios de la Colonia, sometida a los cánones religiosos que, seguramente, subsistió en los primeros años republicanos con algunas variantes. Luego se instauró la instrucción a cargo del Estado, en elementales escuelas de primaria y secundaria, fundándose colegios en las capitales de Departamento, donde aparecen el Junín de Sucre, Ayacucho en La Paz, el Sucre en Cochabamba, Bolívar de Oruro, el Pichincha en Potosí, y el Florida en Santa Cruz con recursos provenientes de la venta de los tesoros religiosos, decretada por el presidente Sucre. Colegios que durante su vigencia gozaron de justo predicamento y prestigio, a los que acudían de las provincias los pocos estudiantes que tenían la suerte de proseguir estudios secundarios. Poco a poco se establecieron escuelas municipales y en los pueblos existían personas particulares con alguna versación que, por un emolumento módico, impartían las primeras letras en aquéllos, bajo un régimen disciplinario muchas veces riguroso, donde no faltaba el castigo físico.
El liberalismo introdujo un nuevo sistema educativo, bajo la dirección de la Misión belga a cargo de Georges Rouma, pedagogo belga, contratado junto a unos 24 profesionales extranjeros y bolivianos, que modernizó la educación, fundándose el 6 de junio de 1909 la Escuela Normal de Maestros de Sucre, donde se prepararon los primeros profesores, que se llamaron normalistas, bajo el principio de “la educación para Bolivia desde Bolivia”, con base en el conocimiento del país, su geografía, historia, su sociedad y cultura. Se fundaron escuelas normales rurales como en Umala, Sabaya, Puna, etc. Y finalmente en 1917 se estableció la Escuela Normal Superior de La Paz.
Los profesores formados en la Normal de Sucre se convirtieron así en sembradores de la semilla del saber en los distintos confines del territorio nacional, contribuyendo a la construcción de bases sólidas en la nacionalidad boliviana. Este primer intento de avance de la educación en Bolivia siguió de acuerdo con los avatares de la política con altibajos y sin dar solidez a un sistema educativo que incorpore a la población campesina, manteniéndola en la ignorancia y el atraso, no obstante los cambios revolucionarios que se sucedieron en el periodo del MNR.
En los últimos 15 años de auge económico, uno de los avances que se pudo encarar es el mejoramiento del nivel de la educación en Bolivia; pero, lamentablemente, fueron el desperdicio y la demagogia más repulsivos los que imperaron, perdiéndose la gran oportunidad de modernizar y dar impulso a la educación, como fue el obtenido por la mentada Misión belga Rouma de comienzos del siglo pasado, que tuvo impactante trascendencia durante muchos años.
Últimamente, se está discutiendo con reiteración sobre la necesidad de una reforma de la educación, no solamente en los niveles de primaria y secundaria, si no aun en la universitaria que adolece de muchas distorsiones. Dentro de esta preocupación, el canal estatal de televisión auspició el pasado sábado 1 de febrero un análisis del problema a cargo de distinguidas personalidades, como el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, Ricardo Calla, Elmer Hermosa, Roberto de la Cruz, y el constitucionalista William Bascopé Laruta, que expusieron importantes enfoques para que los siguientes gobiernos acometan la prioritaria tarea de una reforma educativa en Bolivia que aproveche e impulse las potencialidades y talentos de nuestra niñez y juventud.
Las ideas de Cárdenas fueron sesudas, así como de los otros y podemos resumirlas y complementarlas del siguiente modo: No cabe duda que primero que todo habrá que elevar la capacitación de los profesores, no solamente en el conocimiento de su especialidad sino también en el aspecto ético y patriótico. Los nuevos docentes deben ser verdaderos apóstoles de conocimiento, moral y civismo; deben ser forjadores del carácter a que se refería el gran Tamayo y deben constituirse en los guías de la investigación y del emprendimiento; también, como dijo Calla, la formación del alumno no debe estar ausente de la estética y del arte; como debe hacerse énfasis en la enseñanza de las matemáticas, que es un instrumento útil para la reflexión y la lógica, como sugirió Bascopé Laruta.
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