Marcelo Miranda Loayza
La exitosa saga de libros del escritor estadounidense George R.R. Martin llevada a la pantalla chica por la cadena de televisión por cable HBO fue durante casi una década punto de referencia dentro de la cultura popular del presente siglo, temporada tras temporada confluían en sus capítulos actos de heroísmo y entrega por los más sencillos, como complejas tramas de intrigas políticas y traiciones entre aliados, todo ello con un solo fin, hacerse con el codiciado “trono de hierro”.
A los fanáticos de la serie les será fácil recordar que toda la trama política comienza con una traición, con un gobierno corrupto y con un equilibrio de poderes bastante frágil, pues bien, algo muy parecido ocurre en la actualidad en nuestra maltrecha realidad política.
El gobierno del MAS fue a todas luces corrupto, el abuso de poder del señor Evo Morales pasaba desde los actos de prebendalismo, abuso de los recursos del Estado, narcotráfico y según nuevas acusaciones, también la pedofilia. En la zaga de ficción mencionada, todos estos males recaen en la figura del rey corrupto Robert Baratheon; Evo Morales y el MAS claramente no poseían una cohesión social y partidaria en torno a su líder, lo que tenían era dinero (el cual provenía de las arcas del Estado), y el dinero cuando se da a mano suelta siempre termina generando codicia, y de la codicia nace la locura.
La codiciada silla presidencial hace las veces del nombrado “trono de hierro”, todos tienen buenas razones (algunas muy justas) para hacerse con ella. Lo complicado del juego político (El Juego de Tronos) no son las buenas intenciones, sino el camino que se toma para acceder al poder, pues las buenas intenciones de inicio van cediendo paso a la ambición y a la desconfianza. Al final éstas, al no encontrarse cimentadas en fundamentos éticos, terminan por avalar la ambición, el desastre y la locura.
El juego de tronos a la boliviana no podría estar completo sin la presencia de Lord Peter Baelish, este personaje de ficción representa a la perfección la figura de la intriga y la traición. La política boliviana sabe muy bien de este tipo de personas, cada partido político tiene su propio “Littlefinger” (apodo de Baelish en la serie), el cual es capaz de vender incluso a la persona que ama a cambio de una cuota de poder, pues lo que realmente importa para este tipo de personas no son los valores éticos, ni mucho menos el país o el reino, lo único que realmente importa es el poder y si para conseguirlo tiene que generar caos y violencia, pues no importa.
En la galardonada serie de HBO, en su temporada tres Peter Baelish decía: “el caos no es un pozo, el caos es una escalera, muchos fracasan en su intento por escalarla y nunca vuelven a tratar”; es decir, para escalar en el juego del poder, el caos es la mejor escalera, el atajo perfecto para lograr sentarse en la silla preciada, pues hacen de la traición su credo y de la violencia, su medio.
La trama de la serie Juego de Tronos en lo que a la política se refiere no está muy alejada de nuestra realidad, todos los candidatos inscritos hasta ahora a las elecciones generales tienen cierto grado de legitimidad, pues la ley así lo estipula, es decir, todos tienen buenas razones para acceder al Trono de Hierro, aunque para ello deban utilizar las armas más viles y crueles para derrotar al enemigo, olvidando con ello la verdadera amenaza, la cual pretende destruir todo el reino sin excepción. En el caso de la serie de televisión vendrían a ser los “caminantes blancos”, una especie de muertos vivientes, en la coyuntura boliviana, el narcotráfico y todo lo que esto conlleva.
La unidad de posturas es imposible, no hay que rasgarse las vestiduras por ello, pero la falta de una visión política de país si es grave, las ambiciones personales por años han sido el mal endémico de la política boliviana, no importa que los caminantes blancos (narcotráfico y corrupción) estén al asecho, se minimiza su presencia hasta que ya es demasiado tarde para reaccionar e incluso la reacción tiene un “feedback” de favores.
El juego de tronos a la boliviana está muy lejos de tener su temporada final, incluso creo que a diferencia de la serie de HBO, el final de nuestro juego no será para nada halagüeño, solo esperemos que los que se dicen “rompedores de cadenas” no terminen por incinerar a toda la nación bajo el fuego de sus ambiciones.
El autor es Teólogo y Bloguero.
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