En circunstancias que el país se disponía a aceptar los retos del Siglo XXI, los altos precios que obtuvieron nuestras materias primas, en el mercado internacional, contribuyeron a generar la bonanza económica, jamás vista en la historia Patria.
El gas, en particular, ha permitido significativos ingresos al erario nacional. Es que las exportaciones de hidrocarburos, alcanzaron, en 2014, la excepcional cifra, estimada en $us 6.556 millones, nada más ni nada menos.
Esa economía financiera no fue aprovechada, debidamente, para establecer empresas, con el objeto de multiplicar y diversificar un empleo, digno y seguro, para la población boliviana. Especialmente, para la juventud, que siempre ha sido defraudada, en sus justas aspiraciones de mejores días.
En este marco se hizo poco, o nada, para reducir los índices de la pobreza, tomando en cuenta que, al presente, amplios sectores sociales viven inmersos en esa situación de estrechez.
El economista José Gabriel Espinoza, apoyado por los datos que ofrece PNUD, afirmó “que más de un millón volvieron a la pobreza por la falta de empleo de calidad” (1).
He ahí una versión, proporcionada por un conocido economista, que respalda, de una u otra manera, nuestras apreciaciones.
Desde 1982, año de la restitución democrática, los políticos, en su mayoría, propugnaron la erradicación de la pobreza, desde una visión derechista o izquierdista. Ello involucra, obviamente, a nueve presidentes, entre hombres y mujeres, quienes estuvieron frente al timón de la nave del Estado, en estos 37 años últimos, y que no pudieron cumplir con sus sueños, ya referidos. Todos los aludidos “se llenaron la boca” con la consigna de lucha contra la pobreza. Muchos ya fallecieron, pero algunos aún viven.
Unos, a principios de la década del 80 del siglo pasado, fueron víctimas de los problemas económicos, que aceleraron la ingobernabilidad, como efecto de la hiperinflación, que marcó una época de escasez y angustia. Otros sobrevivieron, a duras penas. Es que no había recursos económicos para darse el lujo de adquirir aviones costosos ni para movilizarse en helicópteros. Se imponía la austeridad, pero que, pese a ello, se avanzó por el bien común.
El presente siglo advino con una economía que nos posibilitó hacer frente a la adversidad. Situación que no fue aprovechada para crear nuevas fuentes de trabajo, a fin de devolver la esperanza a quienes no cuentan con empleo seguro. A fin de despejar la frustración y ensanchar, de tal modo, el camino hacia un mundo mejor.
Los “redentores” de pobres deberían asumir acciones prácticas, para acabar con la desigualdad y la injusticia social. Acá ya no caben las falsas promesas, las poses demagógicas ni los cantos de sirena, sino que se requieren actitudes que tiendan a reducir la pobreza.
En suma: deberíamos redoblar esfuerzos, gobernantes y gobernados, para que nuestros hijos y nietos vivan con dignidad, en una tierra de libertad y justicia social, el día de mañana.
(1) “Más de un millón de bolivianos vuelven a la pobreza”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 6 de noviembre de 2019.
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