Esta tarde gris del diez de febrero el tiempo trajo un mal presagio, frío y somnoliento, triste como el cristal empañado o el cielo nuboso, llorando lluvia intermitente. En seguida corrió la noticia del alejamiento físico de Eduardo Farfán Mealla, médico, compositor, poeta e investigador en temas históricos y folklóricos.
Durante mucho tiempo fue director del grupo musical Los de Sama, guitarras y voces admirables, bien templadas y armónicas. Ganó fama por haber puesto música al poema Chapaco Alzao, de la autoría de Oscar Alfaro, bajo temática representativa de la región: “Yo soy como un árbol, pegau a la tierra/ y nadies me arranca del pago en que vivo./ Tengo un poncho verde lo mesmo que el campo./ Y llevo una faja plateada de río…”, letra con la que sus paisanos supieron identificarse al instante.
No hubo peña, serenata o fiesta en territorio boliviano donde no se interpretara esta canción, tanto como La caraqueña, de Nilo Soruco, o la cueca Moto Méndez, música del cantautor desaparecido en 2004 y letra de Oscar Alfaro, poeta, cuentista, periodista y profesor, nacido en San Lorenzo-Tarija.
A la expresada labor de compositor se suma el aporte de Eduardo a las letras nacionales, mediante tres poemarios, Tiempo y Alma, retratándose de cuerpo entero en el camino libremente elegido de la composición musical: “Pincel vivo/ de mi corazón/ me enseñaste/ a brotar/ en canciones”. Y el otro libro ADRIÁN, ambos editados en 1999, dedicado a evocar la memoria de su hijo que participó en la guerrilla de Teoponte: “No quiero/ nunca más/ castigar mi camino/ con el recuerdo de tu vida./ Revivir/ tu sonrisa/ tu valor/ tu justicia/ Sólo eso/ para encontrar/ la paz”.
En el tercer poema titulado SEÑALES, denota preocupación por el problema de la erosión de la tierra, crónico en algunas zonas del departamento de Tarija, así como de la disminución del caudal de agua del Guadalquivir. A este propósito se pregunta: “¿Qué río es aquel/ que baña la niñez/ con su ternura/ murmulla su canto/ alegre y fragante/ en noches estrelladas/ y luego nos abandona?”.
En ocasión de desarrollarse el programa cultural “Abril en Tarija”, en el que en 2015 tuvo la gentileza de presentar libros de mi autoría, Eduardo Farfán sostuvo que: Transita el hombre por la vida enfrentado al tiempo, dejando atrás, a su paso, un torrente de recuerdos, momentos y sensaciones. Entre lo importante y urgente se le van los días, cada vez más cortos, cada vez más rápido. El tiempo, parece hoy, haberse ensañado con él, concluye en tono existencialista acerca del ser racional que habita el planeta.
Así pasó el ciclo del tiempo en la vida del compositor tarijeño, aquejado por una larga enfermedad, pero siempre promoviendo tareas impuestas en orden a la cultura, que ocupó buena parte de sus afanes; sin que jamás hubiese perdido la fe en el destino del género humano. Dios lo tenga en su gloria.
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