Los políticos, salvo algunas excepciones, siempre le han mentido al pueblo boliviano, de manera descarada, en procesos electorales que fueron promovidos desde que la Democracia fue restituida el año 1982.
“Nosotros acataremos la decisión que asuma el soberano”, reiteraban unos. “Nosotros erradicaremos la pobreza y extrema pobreza”, argumentaban otros. “Nosotros generaremos empleo y bienestar social”, manifestaban algunos.
Pero una vez instalados en las esferas gubernamentales, olvidaban sus promesas electorales y hacían de las suyas con los destinos nacionales. Imponían sus designios político-partidarios, en desmedro del bien común. Ignoraban al soberano, se olvidaban de la pobreza, incrementaban los índices del desempleo y profundizaban las brechas del malestar social.
Es más: pisotearon la ley fundamental, encarcelaron a quienes pensaban diferente, impusieron el ostracismo a sus adversarios, silenciaron a la prensa independiente y conculcaron las libertades ciudadanas, consagradas universalmente.
Estos políticos, en la mayoría de los casos, habían sido cortados con una sola tijera, desde el ángulo de la derecha o de la izquierda. Posiblemente diferían por el color de la epidermis, la estatura, el peso o el nivel de conocimientos, pero, en el fondo, fueron hechuras de harina de un mismo costal.
Es mentira que derechistas o izquierdistas han estado comprometidos con corrientes ideológicas universales, lo que ha primado acá es la prebenda o el interés personal. Ese propósito de salir de la pobreza a como dé lugar, a costa del erario nacional. Por ello surgieron los nuevos ricos con bienes e inmuebles en el interior y exterior de nuestras fronteras. Con depósitos bancarios fuera del país y en los lugares menos sospechados. Por lo visto, no hubo la tal vocación de servicio a la Patria, sino que se impuso la “vocación de servicio al bolsillo”. He ahí la triste realidad de todos los tiempos.
Acá nadie se ha puesto al servicio de la Patria de manera generosa, es decir con desinterés, desprendimiento y austeridad. Todo ha sido a cambio de un haber mensual, y posiblemente cierto plus, que de algún modo les ha permitido vivir cómodamente. ¡Lo demás es cuento chino!
La Patria, en consecuencia, fue succionada, hasta el último céntimo, por quienes decían ser sus servidores. ¡Qué manera de servirle a ella!
Hoy se imponen tiempos electorales, que culminarán los primeros días de mayo venidero. Ojalá todo lo anotado, líneas arriba, no ocurra con quienes están en la competencia por conquistar el Palacio Quemado, en democracia. Nos referimos a los partidos y alianzas que se han ubicado en la arena de las lides electorales.
En suma: Bolivia requiere de una clase política con renovada mentalidad para avanzar hacia un futuro mejor.
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