Una payasada liquidó al Tigre

Lo habíamos advertido en la anterior nota que la diferencia de dos goles con los que el Tigre ganó al Atlético Tucumán en el Siles no era garantía para clasificar a la segunda instancia de la Copa Libertadores de América, y que se iban a arrepentir por no haber concretado las varias oportunidades que tuvieron durante los noventa minutos de juego.

Justo y cabal. Los aurinegros jugaron en Tucumán un partido en el que el balón estuvo el 99% en su campo con escasísimas llegadas al área rival, porque el medio campo se encajonó junto a la defensa para mantener la diferencia del resultado obtenido en La Paz olvidándose que la mejor defensa es el ataque para preocupar arriba al rival, regalando prácticamente la zona de creación que por ineficacia de los delanteros argentinos no concluyó el cotejo con un resultado abultado.

Y concluyó el partido con el mismo resultado de 2 a 0 en favor de los tucumanos y se vino la tanda de los penales que para algunos periodistas deportivos es una lotería, apreciación que me parece fuera de toda lógica porque se trata de la pena máxima de un partido y quién no lo convierte en gol es porque estuvo mal ejecutado.

La definición de los tigres estuvo acertada hasta las cuatro ejecuciones que le daban la ventaja ante los tucumanos que erraron el primer penal, es decir que la mesa estaba servida para ganar el partido hasta que el delantero atigrado BLACKBURN coloca el balón en el punto de ejecución y retrocede tres pasos y al pitazo del árbitro realiza dos saltos jocosos y aparatosos fuera de todo sentido común y le entrega la pelota al arquero que no hace ningún esfuerzo para detenerla, tirando por la borda una inminente clasificación a la siguiente ronda de la Libertadores de América.

Ahora bien, como resignación de muchos aficionados señalan que hasta los mejores jugadores del orbe también erraron penales. Evidentemente fallaron pero pusieron la misma actitud y positivismo al patear el balón y solo un accidente les privaba de concretar el gol, pero lo visto el nefasto miércoles raya en una total irresponsabilidad del delantero atigrado, que si no se tenía confianza para ejecutar el penal debería haberlo participado al técnico. Ahora de qué sirven las disculpas, si la realidad nos muestra la sangría que continuará en el club con el pago de los frondosos sueldos mensuales sin obtener recursos de certámenes internacionales que salvan las planillas de haberes.

La actual situación del equipo atigrado es bastante conflictiva al encontrarse muy rezagado en el campeonato doméstico y como consecuencia de esta derrota se sentirá la ausencia de público en sus partidos de aquí en adelante, porque la bronca de los hinchas continúa latente por esa desatinada actitud de su centro delantero que brilla algunas veces en nuestro medio, pero que al salir fuera de nuestras fronteras al igual que todo el equipo se borran siendo presa fácil de cualquier rival. Esa es nuestra realidad.

Dr. Edgar Linares Mariscal,

fundador y ex asesor legal de Fabol