La teoría Mimética, parafraseando a Iturralde, 2011, se basa en el deseo imitado. Si bien muchos seres humanos se desarrollan a través de, entre otros, deseos de otras personas. El deseo del político no podía ser diferente. Este deseo se sustenta en su mediación interna MI (estructura del partido) y su mediación externa ME (militante=elector). Con Zavaleta y Mansilla, Iturralde, me permito una reflexión sobre la mimética como fuente teórica, transversalizados con Zavaleta y H. Mansilla.
La forma mimética de desear y actuar de los políticos -sobre todo de los que “viven” de la política- basan sus deseos en una triada: un sujeto deseante (político), un objeto deseado (gobierno) y un mediador (programa). No hay posibilidad de deseo autónomo u original. Su objeto crucial es “perjudicar” u “aprovechar” del contrario. De hecho, entonces, el deseo transversaliza la MI y la ME y es “competitiva” con base en la “ideología” del político. Con Kafka y Zavaleta, esta transversalidad nunca fue comprendida por Evo Morales, que caprichoso deseaba una cosa y al día siguiente otra, es decir, no comprendía su MI y su ME.
Esta mimética con Evo Morales (neoindígena, él) se advierte cuando con la aquiescencia de su MI impone a Arce Catacora como candidato del MAS, lo hace creyendo todavía en su ME o “voto oculto”. Ahora, imponiendo a su MI quiere ser candidato a senador, eximiendo el Art. 145, 149 de la CPE y la Convención de Viena que establece que los políticos asilados o “refugiados” no pueden participar de la política, pero él confía en su ME o “voto duro”. Conociéndole, quisiera con sus posibles asambleístas del “ala dura” o ME, llegar a la presidencia del senado. La hipótesis es clara: convulsionar el país, subsumiendo al Presidente elegido el 3 de mayo, en una “ingobernabilidad”, al extremo de que “fracase” (renuncie) lo que permitiría al autócrata “volver” nuevamente a la presidencia del país.
Evo Morales por 14 años “manipuló” su MI, regodeándose con epítetos: neoliberal; lacayo del imperio; derechista, etc., “engendró” un desarrollismo a guisa de desarrollo. Por ello, con su MI sigue con su deseo de “victimizarse” –astuto- en una parafernalia grotesca sin límites. Sigue quejándose del “acoso” imperialista y la derecha, y en su ME; inefable, exige del pueblo su “protección”. Esto, en la teoría mimética se llama “centralidad” (o fascismo) corpus de las paradojas políticas, que denota una estructura autócrata. Otros ejemplos, la presidente Jeanine Áñez debía “pacificar y convocar a elecciones transparentes. Pero ella “obedeciendo” a su MI optó por “candidatear”, creyendo en su ME o popularidad. La “traición” o “deslealtad” de Revilla y Oliva a Carlos Mesa obedece a su MI para conchabarse con otros políticos “creyendo” –todavía- en su ME.
En concreto, el deseante (político), el objeto deseado (poder) y el modelo (programa) se mimetizan en una “igualdad”, empero, pueden ser incompatibles, porque ninguno de los tres es superior (ya sea culturalmente, étnicamente, racialmente, o identitariamente) excepto con violencia. De hecho, Evo Morales, busca imponer su superioridad con la reposesión ilegal o legítima del gobierno u objeto deseado. Girard lo llama “enfermedad ontológica” o “mal ontológico”. Se trata, en efecto, de que el político está consciente de su inferioridad, con respecto a la reposesión del objeto deseado o poder. Entonces, es imperativo que los políticos sean más creativos y no emulen el método del MAS, que sigue vigente.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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