Inexorablemente el tiempo transcurre. En fecha 29-IV-2016 y en esta misma página de opinión, publicamos un comentario con el mismo título de hoy. Esta es una segunda parte donde vamos a confirmar plenamente todo lo observado en la primera; y algo más.
Afirmábamos entonces que algunos activistas políticos exhortaban a los habitantes de áreas rurales de ascendencias autóctonas para que orienten su vida y la de sus hijos, nada menos que hacia el pasado aymara, quechua e inclusive hacia la época del incario (?). Y que para ello, sólo deberían dialogar en los idiomas de esos tiempos, compartir “wajchas”, aynis, zahumerios, dirigir oraciones a la Pachamama y otras costumbres de hace siglos.
LAS JÓVENES
Pero desde ese año del comentario, las actitudes de señoritas y jóvenes de áreas rurales han continuado y aún continúan orientándose hacia las costumbres y la moda del mundo occidental. En las provincias paceñas, por ejemplo, muchas adolescentes campesinas no sólo ostentan cabelleras rubias (como la luz del sol), sino que ahora tienen dos, tres y hasta cuatro colores diferentes, donde predominan el rojo carmín y el plateado.
Las blusas son más escotadas, muestran casi la mitad de la parte superior de sus cuerpos, el ombligo está a la vista, los pantalones son más ajustados (con roturas) y sólo llegan hasta las rodillas; todo rematado con zapatillas de taco alto, lo que dificulta sus pasos en calles de tierra o pésimamente empedradas o enlosadas.
Y los nombres son: Richtie, Raiza, Hanna, Sussette, Hilary, Briggitte, Scarlet, Marilyn, Stephani, etc.
LAS MADRES
Toda esa ostentación de moda occidental (denominada k’ara), norteamericana y europea, es exhibida al lado de sus señoras madres que muestran (orgullosamente, por supuesto), sus “pichicas” hábilmente trenzadas, sus vistosas polleras, sombreros altos y su k’epi de aguayo (muchas veces con una “huahua”). ¿Y las hijas? Todo lo contrario, ya lo dijimos.
LOS VARONES
Los varones de la juventud campesina también siguen (con mayor insistencia) la moda occidental: peinados “mohicanos”, trenzas, aretes, cabelleras teñidas con todos los colores del arco iris; pantalones ajustadísimos con roturas (hechas por ellos mismos) en los muslos, teléfonos celulares con auriculares; y en fin, toda la moda de los jóvenes de las ciudades de América, Europa y EEUU.
Los nombres (verídico): Bismarck, Washington, Werner, Ronaldo, Flipper, Macguiver, Wolf, Osamabinladen, Spencer, Reagan, Hitler, Alpacino, Tomijerry, Leodan, Clinton, Kostner, etc. (hay muchos más).
Por todo lo mencionado se deduce: las juventudes campesinas no tienen la intención de retornar al pasado de varios siglos; quieren adaptarse e identificarse con los tiempos modernos y, de esa manera, paulatinamente van sumándose a las filas del mestizaje.
CONCLUSIÓN
Este comentario no es de crítica ni ataque racista. Es una evidencia que puede ser fácilmente comprobada (inclusive en el área urbana) y ha sido escrito para que sirva como documento de consulta para estudiosos de la actual realidad boliviana, especialmente sociólogos de las nuevas generaciones.
“Ver para creer”, dijo alguna vez Santo Tomás.
El autor es dibujante, caricaturista y periodista.
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