Violencia física fuera de las UE

No podemos jugar con la vida de los niños y niñas que corren peligro desde su entorno familiar. Quién puede pensar que el propio padre maltrate a sus hijos e hijas, pero la realidad es otra. Por eso quiero reflexionar a los padres de familia sobre la vía para llamar la atención de los menores, que no siempre es con castigo físico, busquemos otras maneras para encaminarlos, porque luchar contra la violencia nos hace hombres sabios.

Con mucha tristeza me refiero al caso de una niña de 7 años. Una mañana el padre de familia visitó la Unidad Educativa, visitó al profesor de grado, donde la niña cursa; vino a averiguar cómo está su hija en el aprendizaje y la asistencia diaria a clases, ya que el mismo vive y trabaja en el Brasil. El profesor informó al padre de familia que la niña llega tarde, entra a clases a las 11 de la mañana y le recomendó que reflexione a la niña de buena manera, sin darle ningún escarmiento. El padre arguyó que la niña vive con su abuelita y que le preguntará por qué la manda a esas horas, “ya que es muy tarde y nada debe estar aprendiendo”. El profesor dijo que no está cumpliendo en trabajos al cien por ciento, tiene debilidades en el aprendizaje en la escritura y la suma, resta, la multiplicación y la división. Entonces el padre dijo que no se preocupe, “hablaré con la niña para que mejore y asista continuamente”.

Se fue el padre de familia, pasaron dos días y la abuelita de la niña se apersona al portero de la Unidad Educativa para contarle que la niña fue castigada, más de treinta veces, quedado la misma inconsciente. Pidió ayuda a sus vecinos, pero nadie la escuchó. El único que acudió fue un pariente cercano, quien es parte del Consejo Educativo de la Unidad Educativa, que ayudó y le quitó a la niña para protegerla de la soberbia y el enojo del padre…

La abuela llevó a la niña a la ciudad de La Paz para un examen forense, en el cual el médico preguntó a la menor ¿quién te hizo esto o quién te pego? Ella respondió que fue su padre; inmediatamente preguntaron a la abuela, quien no pudo mentir ni engañar, dijo que fue su hijo. El médico forense llamó a la defensoría de inmediato, realizaron la citación correspondiente, entregaron la misma. Hecho aquello, el hijo arrepentido rogó a la madre para que no continúe esta citación. Lo que pensaron él y su madre fue culpar al profesor. La abuela volvió al colegio, esta vez se encontró con una señora, diciéndole que el profesor había castigado a su hija y que la defensoría ya preparó una citación, que el profesor irá directo a la cárcel.

Como Director encargado de la Unidad Educativa pedí un informe al profesor, no con la intención de involucrarlo sino que me informe del aspecto pedagógico de la niña, asimismo a los consejos educativos, quienes conocían al respecto, a la par realicé un informe de todo lo recabado y lo envié a la defensoría, además informando a la Dirección Distrital de Educación; lo cual sirvió para el descargo correspondiente.

La defensoría ya actuó de oficio, porque la madre y el hijo quisieron involucrar a una persona inocente que nada tenía que ver al respecto. Esto ocurrió en la Unidad Educativa, pero la única manera de cambiar es protegiendo a los menores de todo maltrato, y el único camino a seguir es denunciar y nunca callarse.