Según El Ciudadano
Una recopilación del ingeniero Jorge Edgar Zambrana Jiménez, de Bolivia, sostiene que el periodista de El Ciudadano de la República de Chile viajó hasta la frontera con Bolivia e hizo las siguientes constataciones, sobre la naturaleza de las aguas del Silala. El mencionado archivo fue enviado a las autoridades nacionales.
Distinguida Sra. Canciller de Bolivia:
Me permito remitirle, para su conocimiento, el importantísimo documento acerca del bofedal Silala, que circula actualmente en medios periodísticos chilenos.
El Silala fue y es un cerro, jamás fue un río transfronterizo; cerro en cuya base están los depósitos hídricos canalizados artificial y clandestinamente por los ingenieros de la empresa Bolivian Railway para robar y dar el recurso hídrico a todo el norte de Chile, a sus empresas mineras del cobre (chuquicamata), salitreras y población consumidora a precio comercial para beneficio de empresarios chilenos. El estado chileno no tuvo intervención sino a posteriori en defensa de intereses empresariales chilenos e ingleses.
Jamás ha existido un río natural en esa desértica zona.
SILALA: ¿BOFEDALES O RÍO INTERNACIONAL?
Parado sobre lo que se llama “Bofedal Norte” pude apreciar claramente que las Aguas del Silala son bofedales en suelo boliviano y drenados artificialmente por Chile. Corresponden exactamente a cerca de un centenar de “ojos de agua” que brotan desde las profundidades de la tierra. Se pueden apreciar in situ los trazados hechos por las empresas mineras de Atacama, los que dirigen cada pequeño bofedal hasta un canal artificial de cemento que después se interna hasta perderse en suelo chileno.
Se puede apreciar la bandera de Chile, pintada en pleno suelo de Bolivia, justo al lado del bofedal canalizado clandestinamente para robarlo.
Este recurso hídrico que nuestro país canalizó clandestinamente, y convendría decir que primero lo hizo Edwards y luego continuó Luksic, corresponde a aguas fósiles atrapadas bajo las montañas con una edad que se estima entre 4 y 14 mil años. Vale decir: es un recurso no renovable y desde albores del siglo XX está siendo robado por la empresa minera Chuquicamata de nuestro país Chile.
Primero el agua servía para alimentar a los trenes de vapor del ferrocarril Antofagasta-Oruro que los Edwards ofrecieron a los bolivianos para sacar hasta el mar su producción de minerales desde Bolivia enclaustrada después de la Guerra del Pacífico. En resumen, la solución era la siguiente: Los Edwards ponían un tren para sacar la plata y el estaño desde Potosí, y Bolivia ponía el agua para la alimentación de las locomotoras.
El gobierno altiplánico aceptó a regañadientes la propuesta, porque no podía rechazarla. Estaba en una situación desesperada sin salida al mar y los empresarios chilenos supieron sacar provecho de eso. Así son los negocios o las guerras, podrán pensar muchos, y las aguas de los bofedales comenzaron a ser drenadas desde hace más de un siglo hasta la fecha sin ninguna clase de control, razón por la cual muchas partes del humedal ya se encuentran completamente secas.
Quizás si alguien tiene la culpa del deterioro ambiental, no son otros más que los bolivianos, porque si bien los chilenos han drenado el agua a su regalado gusto, nuestros vecinos de Bolivia nunca se preocuparon de supervisar la extracción, ni de siquiera colonizar la zona fronteriza, por lo que tanto Edwards como Luksic siguieron sacando agua aún después de que las locomotoras a vapor dejaran de existir a mediados de los años ´50, ya sin ninguna justificación más que la fuerza de las malas costumbres del robo.
ROBO SISTEMÁTICO
Duele constatar empíricamente que nuestros empresarios chilenos no respetaron el mismo acuerdo que propusieron utilizando a nuestro país para ello, pero luego de constatar la naturaleza de las Aguas del Silala, llegamos a la conclusión de que este recurso que se ha transformado en un asunto de Estado, solo beneficia a la mega minería y los bolsillos de unos pocos. Es una ecuación donde ni siquiera los ciudadanos chilenos y bolivianos tienen arte ni parte.
Seguí recorriendo la frontera, y cuál no sería mi sorpresa al encontrar cañerías diseñadas para llevar clandestinamente agua desde el lado boliviano al chileno.
Algunas de estas cañerías nacían en el lecho completamente seco de lagunas muertas hace decenas de años, sin que los mismos bolivianos, ni sus gobiernos ni militares tengan idea siquiera de que alguna vez nuestros empresarios se robaron esa agua.
Le pregunté a un campesino del lugar si sabía alguna cosa respecto de aquellas cañerías y me dijo que desde que él tiene memoria, las empresas chilenas han invadido la zona y enviado trabajadores, tanto para la instalación de tubos como para la mantención de los mismos, así como para construir los canales del Silala los cuales se limpiaban periódicamente para evitar que la vegetación que allí crece pudiese disminuir el flujo del caudal.
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