A mediados del siglo pasado la propaganda soviética pregonaba que había llegado el ocaso del sistema capitalista y que, en cambio, estaba naciendo el sistema socialista que traería prosperidad. Pero una vez puesto en práctica ese sistema, resultó un gigantesco fracaso.
En primer lugar, el fracaso se registró en La Unión Soviética y fue seguido por varias naciones que giraban alrededor de ese país como satélites incondicionales. El imperialismo socialista se derrumbó como un castillo de arena y las naciones afectadas volvieron a aplicar el sistema capitalista.
A la par que se desplomaba el socialismo en Rusia y Europa, también siguieron la misma suerte países como China, que se vieron obligados a rectificar el curso de su historia y poner a sus gobiernos en la línea del desarrollo capitalista, única forma de vida que les permitió salir de la miseria y el atraso.
El ejemplo socialista soviético fue imitado por algunos países pequeños, pese a tener conocimiento de que esa teoría “turingio-mongólica -como la definió Franz Tamayo- había sido un fracaso innegable. Pero empecinados demagogos pudieron aplicar el socialismo utópico en países pequeños como Cuba, aunque solo lo hicieron mediante la dictadura implacable, basada en el hambre de la población y la miseria nacional. Los líderes resultaron otro fracaso y no tuvieron en cuenta que la teoría socialista había terminado en un enorme cero y que repetir el error era una estupidez monumental. Pero las equivocadas ideas volvieron a ser aplicadas, aun a riesgo de considerar que no tendrían buen resultado.
Pese a los fracasos socialistas en Cuba y otros países, los empecinados ideólogos siguieron poniendo en aplicación las erróneas ideas, aunque para confirmar que no daban resultado favorable y estaban destruyendo sus naciones, matando de hambre y miseria a los pueblos que sometían a su voluntarismo.
El fracaso de la ideología socialista fue de carácter mundial. Ningún experimento de esa categoría dio el resultado buscado y todos ellos terminaron siendo eliminados por insurrecciones populares que restauraron el orden democrático demolido por el socialismo. Esa ideología socialista había fracasado en la teoría y en la práctica y ya no era preciso repetir el error, sino más bien reintegrarse a la realidad. Pero siguieron insistiendo los alienados. Al ver que la idea socialista original no se cumplía, buscaron una ideología nacida de la decadencia del socialismo. Esa nueva idea fue el populismo, que ofrecía llegar al sueño socialista saltando la etapa capitalista y encontrar la solución en el sistema de las comunidades desaparecidas hace cinco mil años y cuyos saldos finales aún subsisten.
En efecto, ese populismo fue puesto en práctica en Bolivia por una acción sorpresiva del gobierno de Evo Morales, Álvaro García Linera, Luis Arce, David Choquehuanca y comandita. Sin anuncio previo, dijeron que iban a establecer el Socialismo del Siglo XXI y que esta vez no fracasaría como en la URSS, etc.
Pero el progreso de la vida no permite desviaciones y la historia vuelve a su cauce. Después de 14 años de intentos vanos, derroche de miles de millones de dólares, sufrimientos del pueblo, corrupción, etc., ese socialismo fue un fracaso total, y cuando se intentaba prolongarlo mediante el fraude electoral, fue aventado por el pueblo que, insurreccionado e iracundo, destituyó al dictador y su camarilla y los expulsó del gobierno de forma ignominiosa y ante la complacencia mundial.
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