Coronavirus versus “Infoxicación”, tratamiento urgente

Allá en 1983 se establece formalmente la red internet, fibras de comunicación por donde a diario, en un solo minuto, se producen en Google 4,497,420 búsquedas, se descarga 390,030 aplicaciones y se envía 18,100,000 mensajes y 188,000,000 correos electrónicos. Este nuevo fenómeno tecnológico se caracteriza por un masivo ritmo de generación y consumo de información. El ser humano que ilusionaba superar la lentitud en la que una misiva era trasladada de un país a otro, hoy es testigo de que desde un equipo móvil se transfiere datos, imágenes, videos, grabaciones con una velocidad impensable.

Este mundo se ha vuelto una real “Aldea Global”, permite contacto inmediato y rebasa fronteras, pero (siempre un pero) así como la carta enviada por un amante a su amada en los años 60, en la que cada palabra no testificaba fidedignamente el valor de sus sentimientos, hoy toda la información digital, obviamente tampoco es real y fidedigna. No solo existe el peligro en anuncios laborales falsos que pueden acercar a una víctima a la red de trata y tráfico, hoy también la salud pública se ve afectada por un producto denominado “Bulo” o más conocido por su terminología en inglés “Fake News”.

La actual epidemia del Coronavirus es el perfecto caldo de cultivo para que internautas con propósitos delictivos procedan a la producción de falso material “informativo”, con el claro objetivo de generar: Phishing, cautivar mayores audiencias, consolidar desprestigio de marcas o posicionar en el marcado productos alternativos; andamio de mentiras que fácilmente son asimiladas por incautos internautas que aplican ciertas y peligrosas recomendaciones en sus propios hábitos de vida.

Este proceso denominado “Infoxicación” en otros países es tratado como una problemática donde se hallan inmersos esfuerzos entre varios componentes de la sociedad. Sobre el Coronavirus y sus Bulos, colegios de profesionales médicos, profesionales de la comunicación, y sistemas de salud integral hacen frente para la identificación y posterior censura de información falsa, lo más próximo es Argentina que tiene una red de internautas que preparan una estrategia que permite hacer frente a la desinformación en salud.

El Coronavirus ya llegó a Bolivia a través de las RRSS, existen Bulos que mencionan su tratamiento, su descripción, su sintomatología e incluso tratamientos naturales alternativos, y no faltará incluso algún video que mostrará supuestos pacientes infectados; panorama perfecto para la generación de tensión y miedo social. Entonces no solo se deberá aplicar medidas en salud pública para su contención, sino también urge establecer lineamientos comunicacionales estratégicos y de prevención que permitan a la ciudadanía verificar que nos encontramos ante un Bulo informativo, acción que pasa por identificar si la información cita fuentes o referencias formales, se deberá revisar la fecha de la publicación, usualmente está redactado de forma atemporal, contiene morbo en la titulación y en el texto comúnmente se percibe que influye al miedo.

Ahora bien, la responsabilidad de una cultura de información no solo es individual, también el Estado juega un papel preponderante, deberá haber un ciclo de presencia de voceros especialistas constantes en los medios de información convencionales, informando con un lenguaje sencillo sobre detalles de la enfermedad. Urge que las redes sociales institucionales de ministerios, colegios médicos, estén activos y correctamente alimentados sobre la epidemia.

Los informativos de los medios convencionales también contraen responsabilidad, pues deberán contrastar correctamente la información con fuentes y peritos oficiales. Se ha evidenciado más de una docena de veces que se ha dado lectura a Bulos informativos en noticieros centrales.

Finalmente y una clave en la correcta información es, ante cualquier duda, dirigirnos a nuestro médico familiar y por medio de la consulta disipar y aclarar la misma, por ende, la comunicación interpersonal deberá ser construida correctamente; seminarios, charlas, conversatorios son indispensables. Qué mejor aún que nuestros médicos especialistas tengan activas sus RRSS y permitan el acercamiento a conceptos claros.

Nuestra salud no solo depende de una alimentación y hábitos sanos, además de una visita habitual al médico, sino también de un consumo sano de información, evitando de esa manera una crisis de “Infoxicación”.

El autor es Especialista en

comunicación institucional.