Marcelo Miranda Loayza
El mito de la caverna de Platón resulta útil en la hora de explicar la coyuntura política que vive Bolivia en la actualidad. Me explico, en los últimos catorce años el país ha venido viviendo en una especie de espejismo populista, acompañada de una bonanza económica fruto de una excelente cotización en el mercado internacional de los precios de los hidrocarburos (el dinero del narcotráfico también tiene que ver con ese “blindaje económico”). Dicha bonanza ha dejado a toda una generación y a una parte de la población boliviana obnubiladas por una sensación de estabilidad económica y política, pero como en el mito de la caverna de Platón, toda esta parafernalia forma parte de un espejismo que a lo largo de este último tiempo se ha convertido en parte de nuestra realidad, como aquellas sombras descritas por el filósofo griego.
Vivimos todavía bajo las sombras de un espejismo populista construido hábilmente, es decir, se da por verdad situaciones ficticias o por lo menos trucadas sobre nuestra realidad económica, social y política. La ciudadanía al percibir estas imágenes trucadas como realidades, no identifica o no acepta de manera clara y concreta alguna alternativa viable al Movimiento al Socialismo, por ende muchos toman por cierto estas sombras, pensando en que son certezas.
Al igual que en el mito de la caverna de Platón, las personas que por una u otra razón despiertan a la realidad, o por lo menos sienten que pueden haber opciones diferentes a las expuestas por Morales y el MAS son objeto de críticas, menospreciados en su forma (legítima) de pensar y tildados mínimamente de traidores, golpistas o vende patrias.
Como vemos, las sombras parecieran ser más reales que la realidad misma, los que despiertan y ven más allá de lo permitido y expresan o comparten lo visto y oído fuera de la caverna, difícilmente encuentran receptividad a sus ideas, muchos prefieren regresar a la oscuridad convencidos de que el mirar afuera por mucho tiempo conlleva distorsionar su visión y percepción de la realidad. Es en este sentido donde las “encuestas imparciales” juegan un papel preponderante en la hora de seguir reflejando sombras en el interior de la caverna. La ciudadanía de manera ingenua está volviendo a tomar por cierto una mentira, por ende, el mito sigue en pie y la ciudadanía sigue teniendo miedo de empezar a mirar más allá de lo evidente.
Resulta extremadamente complejo tratar de hacer ver a las personas más allá de las sombras del populismo “masista”, sumado a eso, no son pocos los medios de comunicación que siguen reflejando una imagen falseada de la realidad política del país. Las sombras, de esta manera, parecen ser más reales que nunca y el miedo hace presa de los ingenuos votantes, pese a ello son cada vez más los que se atreven a salir de la caverna para mirar una realidad completamente distinta a la que se percibe en el fondo de las oscuridades.
La transición va a ser dura y compleja, muchos extrañarán las sombras, pues éstas de alguna forma les hacían sentir seguros y protegidos. Ya se dio el primer paso, el pueblo boliviano en octubre y noviembre del año pasado decidió en las calles con “pititas” y “llantitas” sacar a Evo Morales de la presidencia, pese a ello las sombras persisten y se niegan a dejar el poder.
Al final ninguna sombra perdura para siempre, basta con un pequeña luz para perforarla, la razón y el discernimiento son nuestras lámparas en medio de la oscuridad, difuminan las sombras para dar paso a las certezas, seamos luz para seguir abriendo camino.
El autor es Teólogo y bloguero.
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