Juan Miguel Quiroz Ramos
Para algunos actores educativos resulta de gran trascendencia hacer frente a las exigencias educativas de nuestra época, por lo que existe la inquietud de tener herramientas que permitan desarrollar el trabajo áulico cotidiano, bajo parámetros que atiendan las necesidades de enseñanza y aprendizaje actuales.
Hoy los maestros debemos ser investigadores, innovadores y, sobre todo, forjadores y formadores de escenarios pedagógicos atractivos para los estudiantes de los que estamos a cargo. Por ello se requiere un modelo educativo dinámico y más que todo interesante para el estudiante.
Es necesario conocer las implicaciones de la investigación y la innovación educativa, y retomar la esencia que el proceso de enseñanza debe contener, como pilares de impacto en dicha acción. Bajo este esquema es importante reconocer a la escuela como una organización donde interactúan principios, valores, intereses, actitudes, normas y funciones contenidas en la normatividad vigente. Es lugar donde se pugna por el mejoramiento de indicadores que representan el rendimiento escolar de los estudiantes y el desarrollo de competencias, según nuestro modelo educativo actual.
De acuerdo con la misma idea, Kemmis (1984) enfatiza que la investigación-acción es: Una forma de indagación auto reflexiva de los participantes (maestros, estudiantes o directivos) en situaciones sociales y educativas para mejorar la racionalidad y justicia de sus propias prácticas sociales o educativas, así como la comprensión de tales prácticas y las situaciones e instituciones en que éstas prácticas se realizan, lo que genera nuevamente la reflexión sobre la responsabilidad encomendada y de las estrategias didácticas y pedagógicas que se pone en práctica en el desarrollo de la labor docente. En tanto que la investigación-acción proporciona las herramientas que puedan dar soporte a la dinámica pedagógica que permita generar los ambientes necesarios para el desarrollo de actividades que conlleven al cambio tan esperado y que la dinámica social exige en estos tiempos.
Por lo tanto, la comunicación debe ser obligada y eficiente entre los miembros del plantel educativo, primeramente, en virtud de recibir comentarios o críticas, así como las sugerencias que indiquen el perfeccionamiento o mejor funcionalidad de las acciones que sean emprendidas, consideradas como parte de la innovación educativa. A través de la investigación-acción podemos encontrar las situaciones que ayuden a emprender estrategias que deban generar el propósito institucional, resumido en la misión y visión de la escuela.
El autor es docente de la Escuela Superior de Formación de Maestros Mcal. Andrés de Santa Cruz y Calahumana.
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