Ha cambiado radicalmente la situación política en el país, desde el 20 de octubre de 2019. Ya no corren aires autoritarios de entonces sino otros con tolerancia y libertad en Democracia. Con el afán de encarar elecciones limpias y transparentes, conforme se ha propuesto el Tribunal Supremo Electoral.
En este marco tenemos nuevos líderes, opciones, propuestas, inquietudes y renovadas energías, en el histórico intento de construir la Nueva Bolivia, acorde con los tiempos que se imponen ahora.
El electorado nacional tendrá la opción de elegir de este conjunto de elementos políticos, a los nuevos gobernantes, quienes se harán cargo de los destinos del país, durante el periodo 2020-2025. Entonces la tarea prioritaria será preservar la paz social, buscar reconciliación y consolidar la Democracia, por el bien común. Y siempre en homenaje a los caídos en las confrontaciones de noviembre 2019, por la defensa del sistema de libertades y en repudio a quienes hicieron fraude electoral con la intención de perpetuarse en el Poder.
La Democracia, en el contexto de la ley fundamental, permite que todo boliviano, con o sin formación académica, aspire a la primera magistratura de la Nación, secundado por un ente político. Una actitud incluyente que reafirma la posibilidad de que todos los bolivianos, sin distinción alguna, participen en elecciones generales. Obviamente tendrían que llenar algunos requisitos ante el Tribunal Supremo Electoral, en estricto cumplimiento de disposiciones legales.
En estos 38 años de vida democrática vimos candidatos de toda índole, entre campesinos, mineros, uniformados y otros. Pocas mujeres candidatearon. Hubo oradores magníficos y otros demagogos de feria. Había arrogantes y sencillos, tolerantes e intolerantes, idos y cuerdos. Uno de éstos había vendido su casa para costear su campaña electoral. Y no pudo recuperarla. Lamentaba, por mucho tiempo, lo que había hecho, por figurar como presidenciable.
Hoy parece que ocurre lo mismo. Tenemos candidatos con o sin recursos económicos, algunos se han debilitado por esas cosas del transfugio, otros están perdidos en su laberinto, y los más llorarán su fiasco. Los candidatos deberían dejar de respirar por la herida y contribuir a la convivencia pacífica, para que el proceso electoral se cumpla sin sobresaltos.
Que en este breve periodo político se imponga la cordura como una manifestación de entendimiento nacional. Como un indicio de unidad de los bolivianos, para avanzar hacia el futuro mejor. Cada quien “tira por su lado” y nadie da cobertura a la inquietud de unidad, que pudiera evitar el retorno de días nefastos que significaron el retroceso de 14 años.
En suma: lo prioritario siempre es pensar en Bolivia.
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