En esta época electoral se escucha muchas ofertas de personajes políticos, pero sin visión de país ni propuestas claras y concretas, significando esto solo simples enunciados de coyuntura política. Ningún partido político muestra una perspectiva clara con políticas de desarrollo sostenible y modelo económico, educativo, social, de salud, cultura, etc. Tampoco se muestra las políticas para el cambio de matriz productiva, con la industrialización y exportación de productos terminados. En el rubro del turismo, llamado industria sin chimeneas, que es importante para la economía del país, tampoco hay alguna propuesta.
Es hora de que los partidos políticos en carrera electoral debatan, de cara al pueblo boliviano, sus propuestas programáticas con estudios serios, para un verdadero cambio para el desarrollo y crecimiento económico del país. Es lo que espera la población y no ofertas vanas que solo resultan buenos deseos.
El pueblo boliviano no puede seguir siendo objeto de engaños, con ofertas falsas, y continuar votando por personajes políticos que, en la hora de la verdad, no cumplen sus promesas, sino que el voto debe ser por “propuestas programáticas” basadas en estudios técnicos y científicos serios, que ofrezcan certidumbre al pueblo boliviano. Para evitar ello, el gobierno debería dictar un decreto supremo que obligue a cada fuerza política a debatir con sus adversarios o el mismo pueblo, sobre sus ofertas electorales.
Por otra parte, no hay renovación en la política boliviana con candidatos nuevos, jóvenes y dinámicos que ofrezcan confianza a la población, porque se reciclan los mismos personajes del pasado, con sus intereses mezquinos y prebendalistas conocidos. Se requiere nuevos líderes que ofrezcan certidumbre al pueblo boliviano.
Algunos personajes políticos hablan de la creación de empleos, pero no dicen cómo crearan esas fuentes, lo que despierta duda sobre esas ofertas. En el país la falta de empleo es muy marcada, especialmente en la población juvenil, intelectual y manual, en edad laboral, que alcanza niveles muy altos. La desocupación en Bolivia es la más alta de Latinoamérica, bordeando alrededor de un 60 a 70 por ciento de la población en edad laboral. Esa población muchas veces es víctima de explotación y abuso con contratos lesivos; por esa razón, muchos de ellos se dedican al comercio informal o el contrabando; y también se inclinan al alcoholismo, la drogadicción o tráfico de drogas, a la delincuencia con atracos o asaltos armados, etc., ocasionando la inseguridad de la ciudadanía.
Sin embargo, hay también gente trabajadora que trata de sobrevivir honradamente, con trabajos por cuenta propia, en carpintería, mecánica, herrería, plomería, etc. A estas actividades se dedica, especialmente, la población de El Alto de La Paz, donde la mayoría de sus habitantes, por naturaleza, tienen vocación productiva; especialmente en el área de manufacturas. Pero ellos requieren del Gobierno políticas de cooperación económica o maquinarias, para crear sus propias emprendimientos, con empresas productivas, pequeñas, medianas o grandes, para mejorar sus condiciones de vida.
Es oportuno señalar que, en el pasado, la ciudad de La Paz contaba con grandes empresas o fábricas de manufactura que elaboraban productos terminados, para suministro de materias primas a los artesanos y el comercio en general; entre ellas se puede citar a las fábricas: Said, Forno, Fábrica de Sedas, La Papelera, de Vidrios y otras industrias nacionales que cerraron sus puertas ante la competencia desleal del contrabando, productos chinos y de países vecinos que son introducidos legal o ilegalmente, al país. El funcionamiento de esas fábricas favorecía a la ocupación de una importante cantidad de trabajadores y, al mismo tiempo, aportaban al erario nacional.
Es hora de que el departamento de La Paz tenga una visión regional con políticas globales para su desarrollo económico y social, porque cuenta con un importante potencial de recursos naturales y humanos para encarar la producción y productividad.
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