Cómpralos, acarícialos, lee sus introducciones, reflexiona, fíjate cuántos miles de años que fueron saboreados en la antigüedad y ¡permanecen frescos, sabios y conmovedores!... al acostarte pon debajo de tu almohada esa pequeña joya que saboreas en ratos de luz robados al día.
Unas joyas de la sabiduría que nos habían ocultado (o nunca habían sabido paladearla) nuestros profesores en universidades, en institutos... es como si nunca hubieran existido... todo lo más, comenzábamos por la Grecia de Pericles... que no era poco. Pero hoy resulta inconcebible que, al menos en las universidades, y también en el bachillerato se tenga noticia de estas joyas de la antigüedad milenaria de India, de China, de Japón y de las grandes tradiciones indoamericanas, de la memoria de los sabios del Ártico, de los saberes ancestrales del África subsahariana a los que dediqué mi año sabático... y a veces, con los medios de comunicación delante y aún en conferencias dizque de alta sabiduría esas grandes tradiciones no son mencionadas o no les parecen dignas de ser compartidas. Algunos han pedido que comentara alguno de los LIBROS a los que hice referencia en un artículo anterior... y me conmovieron... pero no es fácil porque te parece imposible desgajar unos versos de un poema de cincuenta o sesenta palabras... Algo en tu interior te grita: pero cómpralos, acarícialos, lee sus introducciones, reflexiona, fíjate cuántos miles de años que fueron saboreados en la antigüedad y ¡permanecen frescos, sabios y conmovedores!... al acostarte pon debajo de tu almohada esa pequeña joya que saboreas en ratos de luz robados al día.
No sé si atreverme a advertir a la dirección de este medio que intente atreverme a citar, que no comentar algunos escritos inefables... Y encima, ¡no llegan a las cien páginas in octavo!, pero ¡qué poemas, qué sabiduría... qué experiencias!... a ver si me atrevo comenzando por el Tao te King de Lao Tzú, el Dhammapada de Budha, los Aforismos del yoga de Patanjalí, Los Aforismos de Confucio, el sublime Bhagavad Gita (en la versión de Juan Mascaró), el inefable Camino de Chuang Tzú, La búsqueda de los diez toros... y tantos otros que nos habían escamoteado, sin olvidarnos de los Rumi, Rubayats, y aforismos persas y de las joyas casi extravagantes del Islam “abierto y embriagador” (en el sentido más elemental del término). Viajad por la antigua Persia, hoy un Irán enloquecido... y de ingeniosos y luminosos Cuentos, Historias, etc. de la tradición judía, y de los “cuentos y tradiciones africanas”, de las diversas sabidurías indias de América... no acabaríamos nunca porque hay “algunos” más desconocidos y sin poder saborearlos por muchos de nuestros profesores de universidad, de Instituto y, ¿por qué no? de las Escuelas profesionales... se me vienen a la mente algunos atribuidos a personajes cuasi míticos, pero que en el Islam y de antes nos dejaron unas maravillas... al alcance de cualquier persona con el corazón a la escucha, cansada de tanta porquería, guerras, crímenes, amores locos o prohibidos ¿por quienes?... Se me viene a las mientes esa joya escrita por Delibes sobre una de las últimas quemas de “herejes” en la Plaza mayor de Valladolid... porque se habían atrevido a leer ¡a Erasmo, a Lutero y a tantos!, hoy sin los cuales serían ininteligibles nuestros procesos de maduración, de lucha, de belleza inmensa....
Vamos a pensarlo y que lo piense el director de Ibercampus que me abre sus páginas y confío en que no sólo por haber sido un buen y gran alumno/compañero mío.
Pero es que el tiempo apremia... y, al menos, dejar constancia de la inmensa sabiduría que nos ha precedido.
Lo dejo aquí... porque me conozco algo y no siempre me hago caso.
Voy a compartir estas notas en los espacios que suelo frecuentar y veré su reacción, porque yo... leerlos y saborearlos ya lo hice, pero nunca tuve tiempo en las clases para compartir estos saberes... que solían orillar algunos de los responsables del contenido de cátedras, cursos, simposios, seminarios etc.
¿Y si pudiéramos hacerlo entre los Robadores de momentos y abrirles nuestros espacios a sus aportaciones?
Tira la cabra al monte, aunque vieja y si se deja llevar, cansada... pero ¿cómo morir cuando hay tanto por compartir...?
El autor es Profesor Emérito U.C.M.
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