Parte II
“¿Hasta cuándo estaremos esperando lo que nos pertenece?”, proclama un graffiti. Si esto lo leemos en Rilke “es menester que nada extraño nos acontezca fuera de lo que nos pertenece desde siempre”, entonces, nos admira su belleza.
Consideremos estas perlas: “La justicia tarda pero no llega”. “No sé adónde voy, pero sé que debo ir”. “Pobres del mundo uníos, última llamada”. “Vivimos la resaca de una orgía en la que no participamos”. “¿Hasta cuándo seremos los pacíficos dueños de tanto absurdo?
Pero no han de alarmarse las gentes de orden, todavía, porque estos descamisados vienen con unas intenciones que nadie sospecharía: “Retomaremos la ira hasta volverla esperanza”. A pesar de ser conscientes de que “Jesús no viene por falta de promotor adecuado” y, a veces, se desaniman “Olvídense de lo que soñaron, sus sueños ya fueron vendidos”. Lo saben. “Somos mártires de una causa perdida, pero seguimos”, ya que, “Cuando habíamos aprendido las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. ¿Acaso no nos suenan estos cambios en el sistema para perpetuar las injusticias? “Nos quieren privatizar hasta la memoria”. “Privatizar, privatizar ¿quién piensa en redistribuir?”. Y aportan pruebas: “Quieren iniciar el futuro mientas subastan el presente”. Pero luchan a pesar de esto “Nada y nada. Hasta salir de la nada”. ¡Parece un texto de Qohélet, el Eclesiastés de la luminosidad nublada! A veces, les acomete la desesperanza “No nacimos para sobrevivir, nacimos para esperar en vano”, pero insisten y suplican haciéndose eco de nuestras ecológicas campañas: “No mate los ideales, son especie en extinción”. Han leído a Brecht y golpean “Hay hombres que luchan un día... ¿y el resto?”. No les falta el humor “La policía me persigue, y yo pintando esta pared”, “Sr. Dueño de esta casa, no es nada personal, pero su pared blanca tiene un no sé qué”, y remata en otra fachada “Si esta pared es el límite de su propiedad, déjenos decorar sus limitaciones”, porque nos desconciertan con verdades como puños “Nuestra única deuda es con la alegría de los niños”. ¿Qué decir? Y llaman como testigos franciscanos a las aves del cielo “Menos mal que los pájaros se siguen cagando en las estatuas” porque, con palabras atribuidas a García Márquez, “Cuando a la mierda le pongan precio, los pobres nacerán sin culo”.
No obstante, el más conmovedor para mí, y que me estremece hasta las lágrimas, es este grito de soledad que anuncia la desesperación de quienes ya no tienen nada que perder: “¿Hay alguien ahí?”.
Porque yo, a veces, también me lo pregunto desde mi soledad elegida para poder liberarme del fardo que me aprisiona.
El autor es Prof. Emérito U.C.M.
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