José Antonio Navia Alanez
El mundo en que vivimos no nos deja descansar. Constantemente nos hostiga, nos desafía con problemas que debemos resolver, obligándonos a proceder con prudencia, si no queremos ser distraídos por otras fuerzas de nuestro mundo. Estos problemas de nuestra época se traducen en un estado de lamentable desorientación que tiene muchas causas, y la más dolorosa es la carencia de una esperanza orientadora. Nuestra sociedad no está fracasando por falta de ciencia, sino por falta de espiritualidad, falta de conciencia moral, conciencia crítica, ya hemos perdido nuestras grandes virtudes, que eran los cimientos de nuestra educación moral.
La sociedad de hoy está pasando por una crisis familiar, donde el desorden prevalece, la violencia impone su crueldad, y las diversiones malsanas impulsan a la decadencia moral. Nos estamos haciendo arrastrar por una corriente contra la cual no podemos luchar, de igual forma estamos siendo moldeados por una cultura del consumismo, materialismo, hedonismo, individualismo. La sociedad en esta época de desenfreno y de grandes tentaciones debe tener la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, para evitar esta anarquía moral.
El ser humano cuando pierde la capacidad de discernir, atenta contra su pobre sabiduría. Por no saber pensar y no saber lo que son los valores, muchos prefieren seguir su pobre sabiduría que los llevará en dirección opuesta, y así se sienten atraídos por el dominio de la acción agresora, creando actos de violencia, como asesinatos, infanticidios, violaciones, homicidios. En la política, la corrupción, el enriquecimiento ilícito y los grandes negociados son, pues, violencia económica, porque quebrantan todo principio moral. La violencia es todo comportamiento abusivo que atenta contra la dignidad de otra persona en lo físico, psicológico, o sexual. En nuestros tiempos se ha incrementado la violencia en todos los niveles sociales, ocasionando crisis, depresiones, angustias, rabia. En momentos de ira, debemos aprender a controlar nuestro temperamento, y aprender a meditar, que es pensar, reflexionar, discernir esta acción. Es también un medio para comprender el pensamiento de uno mismo.
La actual sociedad de consumo da más prioridad al poder del dinero y de las cosas materiales (casas, autos, artefactos costosos). Las riquezas materiales eclipsan, parcialmente, los grandes valores, como humildad, misericordia, compasión, compromiso; todas estas cualidades son muy importantes, porque nos pueden ayudar a reflexionar en momentos de ira, y así podemos evitar algunos actos de violencia.
La violencia no va a desaparecer dictando leyes, o nuevas normas, las personas muchas veces no respetan las leyes, por todo esto percibimos violencia, nepotismo, agresividad, corrupción. Si las personas desconocen las leyes, hay que formarlos, educarlos, y así serán unos perfectos ciudadanos.
La falta de respeto hacia las mujeres, en forma violenta, deja graves secuelas, en lo físico, en lo emocional; todo esto es una calamidad social y un ultraje a la dignidad de las personas. La tragedia y el sufrimiento que pasan muchas mujeres, por causa de la violencia, no los vamos a solucionar con congresos de organizaciones sociales, o haciendo seminarios, talleres y sacando ponencias, que muchos piensan que son fórmulas mágicas, para evitar la violencia, o emitiendo un montón de resoluciones que luego quedan en el olvido.
Para reformar a la sociedad debemos reformar al individuo, porque reformándolo estaremos reformando el hogar. La mejora del ciudadano viene por medio de una educación en valores, y la escuela es el lugar más apropiado para la enseñanza de valores, porque aquí es donde se moldea al ciudadano del mañana, en su formación moral, y buenos hábitos de conducta, que con el tiempo se convertirán en virtudes.
Así lograremos formar ciudadanos según las necesidades del momento; con estas enseñanzas tendremos a una sociedad más humana y menos violenta. Ojalá que todas estas reflexiones que hacen muchos profesionales y personas entendidas en estos temas de valores, no caigan en saco roto, porque somos una sociedad activa y queremos contribuir al desarrollo del país, dando opiniones sobre lo que es educación en valores.
Nuestros gobernantes tienen que invertir más en educación y con el ministerio del sector deberían ser conscientes de su responsabilidad en la educación de los estudiantes. Se debería profundizar la materia de Educación Cívica y Valores en las escuelas y colegios, para evitar los actos de violencia contra las mujeres y así salir de esta crisis moral. Una educación en valores tiene una gran objetivo, que es fortalecer al Estado, y esta educación sea un soporte para el engrandecimiento de nuestra querida Bolivia.
El autor es Teólogo.
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