Clepsidra
Hemos pasado por un gobierno castrochavista, dizque de izquierda, durante 14 años de nuestra vida, que no son una minucia, pues para muchos, esos 14 años son una vida entera, sino media vida. Ese régimen pasó por nuestra historia como una pesadilla y sin oposición alguna, lo que le permitió hacer, deshacer, poner y descomponer lo que le vino en gana, con el dinero público, y con nuestra absoluta anuencia cobarde.
Quedamos asombrados al ver a los criminales con el puño en alto y la mano en el pecho desafiando a la justicia y a los bolivianos de valía, pero fue una rabia silenciosa. Inútilmente creímos y esperamos que algún partido de oposición o sector social se contraponga a ese estado de cosas, algo que jamás sucedió y, por el contrario, fueron condescendientes porque fueron cómplices en todo. Nos indignamos, pero nada hicimos.
Asistimos a los crímenes más horrendos de nuestra historia republicana, como El Porvenir, hotel Las Américas, cerco a Santa Cruz, Panduro, Challapata, El Alto, La Calancha, Caranavi, etc. y, por si fuera poco, caímos en una total complicidad con el narcotráfico, cuyas secuelas se vienen esclareciendo recién en estos días de gobierno. Nos entristecimos, pero quedamos quietos.
Luego asistimos a actos de latrocinio, como el del Fondo de Desarrollo Indígena, por más de 600 millones de dólares; contratos sin licitación pública por exigencia de los chinos, por 600 millones de dólares; asalto a YPFB con caso Ramírez, por 50 millones de dólares; estafa con el satélite Túpac Katari por 350 millones de dólares; compra de avión presidencial usado, sin licitación pública, 40 millones de dólares y así por delante, hasta la escalofriante suma de 310.000,000,000 de dólares. Sí, estimado lector, Ud. Leyó bien, trescientos diez mil millones de dólares, timados a nuestra Patria, en toda esa desastrosa gestión.
Vimos al tirano recibir títulos de “doctor honoris causa” por varios centros de estudio universitario, tanto nacionales como del exterior, que se rendían ante su plata mal habida, sin entender por qué ese individuo que se jactaba de ser analfabeto y estigmatizaba a las universidades, era digno de tales honores. Así también lo vimos a él y a su séquito expedirse, en sus idiotas evadas, en un lenguaje miserable y procaz, pero solo nos divertimos con ello.
Fue preciso que nuestros jóvenes, junto a los médicos y los policías, hartos de este estado de cosas, en sólo 21 días nos despierten y nos animen a rebelarnos contra ese statu quo que nos hacía sufrir y estaba a punto de destruir nuestra patria.
A escasos cien días de ese amanecer resplandeciente, estamos ante la celebración de nuevos comicios que le devuelvan a Bolivia la paz, el orden y la idoneidad de sus hijos, valores necesarios para construir una sociedad más justa y equilibrada, lejos de aquellos embusteros que la lastimaron y hoy nos acechan y pretenden volver. Tenemos la gran oportunidad de subsanar esos errores eligiendo el camino correcto que nos lleve a buen puerto, después de haber asistido a la ruina social, moral, económica y cultural de nuestra patria y no reaccionamos, porque fuimos unos cobardes.
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