Rolando J. E. Garvizu Meza
El poder económico y los intereses de grandes consorcios empresariales han llegado a desarrollar un modo de vida y sistema social basados en el consumismo y una posterior cosificación de los recursos naturales renovables y no renovables. Esto se logró mediante la implantación de diversas técnicas: medios de comunicación, sistemas educativos, diversidad de políticas y el sistema bancario.
De esta manera, el interés económico se ha arraigado en el modo de vida consumista, creado para satisfacer intereses económicos, tanto es así que hasta proyectos con una esencia muy acorde a la protección ambiental se corrompen y se convierten en otra actividad con impactos negativos, solo por intereses económicos. Por estos intereses, se caza y tala de manera indiscriminada, son devastados ríos, valles, bosques y montañas para la obtención de minerales y piedras preciosas, se vende productos alimenticios, farmacéuticos de uso diario, entre otros, fabricados con materiales que generan efectos negativos en la salud e incluso enfermedades; incluso se han llegado a modificar leyes para beneficiar a ciertos grupos sociales o industrias, además de hacer muchas otras acciones negativas.
Actualmente el ser humano, enmarcado en un modo de vida consumista, vive creyendo, -motivado por la cosificación de prácticamente todo lo existente en el planeta-, que el dinero solucionará todos sus problemas y por eso encamina sus acciones a conseguir estos recursos, sin importar el cómo ni las consecuencias. Esto lleva a pensar en el viejo proverbio que dice: “Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el ultimo pez pescado, solo entonces el hombre descubrirá que el dinero no se come”.
Es menester comprender que los recursos del planeta son finitos y necesitan tiempo para recuperarse, y que ahora, con los avances en la tecnología y la ciencia se puede generar medios mucho más sencillos y adecuados para continuar satisfaciendo las necesidades humanas sin tener que afectar al medio ambiente. En lugar de motivar la creación de objetos de poca vida útil, podemos crearlos para que tengan una mayor duración posible y así reducir los materiales usados para su fabricación y disminuir los residuos, lo que, por ende, reduciría muchos de los impactos ocasionados dentro de sus procesos industriales.
Nuestro planeta es un lugar con recursos finitos y espacio finito. A estas alturas, los sistemas de soporte de vida del planeta se encuentran al límite, y cada vez se puede sentir más los diferentes efectos de todas las actividades realizadas. En algunos países se presentaron temperaturas extremas, en otros heladas y nevadas mucho más intensas de las comúnmente registradas, también están las riadas e inundaciones que dañaron cultivos y viviendas; incluso existe riesgo de que sean generadas nuevas enfermedades o sean liberados virus antiguos que estaban confinados en hielos perpetuos o permafrost, los que podrían ser catastróficos para la sociedad humana e incluso la vida.
Estamos alterando tanto los ecosistemas depredando flora y fauna, además de contaminar y alterar de diversas formas los entornos, que no es de extrañar que también se presenten otros problemas de salud o enfermedades nuevas (coronavirus,…).
No olvidemos lo ocurrido en la Edad Media por la peste negra, esta epidemia arrasó con la tercera parte de la población de Europa. Analizando un poco lo sucedido: El virus “Yersinia pestis” causante de la peste negra provino de Asia. El primer portador del virus es una pulga, que está en roedores silvestres como ardillas, ratones de campo y jerbos principalmente, animales que vieron afectado su hábitat por caza y tala, además de cambios climáticos. Esto redujo la población de los roedores, lo que a su vez ocasionó que la pulga busque otro anfitrión y los más adecuados fueron los ratones comunes; que llegaron a Europa por medio de las rutas comerciales entre esos continentes. En Europa los ratones se reprodujeron de manera muy rápida, fomentados en parte por las pésimas condiciones higiénicas de la sociedad de la época y porque por temor a “brujerías y demonios”, se mató muchos gatos, los principales controladores de los roedores.
No estamos en una discusión política, sabemos científicamente que muchos de los problemas ambientales y sociales que se presentan en la actualidad son causados por actividades humanas y que los impactos de estos tienen efectos a nivel mundial en la salud y la economía, como bien lo identificaron los elaboradores del documento “Cisne Verde” que habla sobre cómo problemas ambientales pueden ser el acabose de la economía mundial.
Todos debemos despertar de este adormecimiento del consumismo y el dinero, y darnos cuenta de que lo que está en juego es el lugar donde vivimos. Es necesario reformular las políticas y enfocarse en la conservación y preservación medioambiental, además de fomentar la generación de tecnologías duraderas y amistosas con los ecosistemas. Aún no es tarde, pero el tiempo se acaba.
El autor es ingeniero en Medio Ambiente y Ecología.
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