Como siempre, la Iglesia Católica, con voz serena y las experiencias recogidas durante más de dos milenios, pide que el gobierno de la nación esté atento a los posibles brotes de violencia que muchas veces amenazan surgir en el país. El partido depuesto del gobierno, MAS, ha amenazado de diferentes formas con desencadenar hechos que eviten que el gobierno tenga siquiera una relativa tranquilidad para gobernar. Anunció a la vez que las amenazas vertidas por su jefe y caudillo en sentido de cercar a las ciudades y someterlas al hambre y la sed, no habrían pasado porque así lo siente el pueblo que sopesa, en el día a día, las conductas de muchos del MAS que cumplen consignas.
Si el país no evita que brotes de violencia se produzcan, se corre el peligro de ingresar en luchas frontales entre fuerzas antagónicas formadas al calor de convocatorias que harían fuerzas extremistas del socialismo comunista que no halla resignación por la pérdida del poder. Esta situación anómala es, pues, preocupante y precisa que tanto las autoridades como el mismo pueblo con sus diversas instituciones se encuentren permanentemente alerta ante posibles brotes de violencia por quienes causen desórdenes y hechos que atentan contra la paz y tranquilidad nacional.
El Ministerio de Gobierno, en conjunción con el Ministerio de Defensa, tendrá que aunar esfuerzos para controlar debidamente todo el territorio nacional; tendrá que hacer acopio de fuerzas para controlar al narcotráfico y al contrabando que, de una u otra manera, son atentados permanentes contra la seguridad y tranquilidad popular. Ambas instituciones no pueden descuidar posibles hechos de violencia que, con cualquier pretexto, se puede provocar en el país, especialmente en este tiempo pre-electoral en que se querrá preparar cuadros de choque en los recintos electorales con miras a boicotear el proceso electoral.
La iglesia, conjuntamente otros credos religiosos, ha mostrado siempre preocupación porque se resguarde la paz pública, porque se respete los derechos humanos y porque se evite extremos que pueden provocar quienes no querrían que haya paz y tranquilidad para la población. Es la iglesia católica líder en preocupaciones por el bien del pueblo, que seguramente persistirá en sus campañas para que la población actúe con serenidad, evite los extremos y consiga que ninguna discordia o desarmonía comploten contra la seguridad y la paz en todo el territorio. El pueblo deberá evitar provocaciones e incitaciones a la violencia que propalarán grupos debidamente organizados por el extremismo castro-comunista.
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