El caudillo “honoris causa”

Caudillo, según idioma español, “es la persona que en una localidad domina de manera arbitraria y omnímoda en asuntos políticos y administrativos”, es sinónimo de cacique y su poder es considerado tiránico. El caudillismo es el gobierno del caudillo, basado casi exclusivamente en su voluntad.

Una de las “taras” de la política boliviana ha sido el “caudillismo” de militares y civiles que han gobernado autoritariamente, no importa si accedieron al poder por el voto ciudadano o la asonada golpista, siempre acabaron en el “caudillismo”, de tal manera que la ciudadanía en buena parte de nuestra historia fue sometida al poder arbitrario de los caudillos.

El caudillo se rodea de una corte de adulones y serviles, que le hacen creer que es un semidios, enviado para solucionar los problemas de la sociedad, un enviado de Dios (como lo calificó el cantor más viejo de los Kjarkas), de tal manera que éste acaba creyendo lo que le dicen sus áulicos y todos sus actos se ajustan a esta creencia, por lo que está pendiente de la lisonja y la alabanza y no permite la mínima crítica, cree que es infalible y que el pueblo debe adorarle y rendirle pleitesía.

En estos casi 14 años pasados del régimen populista del MAS, estuvo a la cabeza del gobierno un caudillo que emergió del Chapare cochabambino, donde se hizo dirigente sobre la base de sus habilidades como futbolista. En esa área de cultivo de la hoja de coca ilegal (pues según un estudio de Naciones Unidas, la mayor parte es destinada al narcotráfico y no sirve para el “acullico” tradicional, ya que es demasiado ácida), se instalaron migrantes de otras zonas del país, en especial de las minas estatales a raíz de las medidas del DS 21.060 que desplazaron a cientos de trabajadores con el incentivo de un pago extra de beneficios para evitar el colapso de Comibol.

Los mineros “relocalizados” al Chapare, de formación marxista, encontraron en esa zona un medio interesante para socializar sus ideas, de tal manera que los dirigentes cocaleros adoptaron rápidamente el ideario socialista-comunista, con el discurso difuso del anti imperialismo y anti capitalismo, llegando a organizarse a través de un partido político con una sigla adquirida de unos falangistas expulsados de ese partido (Áñez Pedraza y Gutiérrez Sardán) que antes fundaron la FALANGE Unzaguista de Izquierda y luego el Movimiento al Socialismo.

El jefe de los cocaleros del Chapare, afiliado al “Foro de San Paulo”, donde se reunieron los socialista-comunistas latinoamericanos, encabezados por Fidel Castro, Lula Da Silva, Hugo Chávez y otros, recibió importantes aportes para su campaña electoral del año 2005, de tal manera que devolvió los recursos recibidos de la Corte Electoral, pues no los necesitó, y una vez en el poder político, junto a un ex terrorista como vicepresidente, implementó una política populista, de contenido indigenista, socialista comunitaria y a la vez capitalista, con un discurso anti imperialista, anti capitalista y anti liberal, con énfasis en un estatismo de despilfarro y derroche.

Al poco tiempo de estar en la presidencia, el caudillo indigenista socialista Evo Morales fue a Santo Domingo a recibir el nombramiento de doctor “honoris causa”, país con el que no teníamos relaciones diplomáticas y en el transcurso de su largo ejercicio del poder recibió esta elevada categoría de reconocimiento académico, tanto de universidades nacionales como extranjeras, entre las nacionales de algunas universidades que fueron objeto de presiones por las oficinas de impuestos o las de educación, pues una vez que le otorgaron el título, las presiones fueron olvidadas. Lo mismo ocurrió con una congregación protestante, que era auditada por impuestos y lo declaró “personaje del año”.

Algunas universidades, como una argentina y otras también le otorgaron el título de “honoris causa”, seguramente por solicitud de sus gobiernos. Lo cierto es que el caudillo populista boliviano recibió varias distinciones “honoris causa”, cuando, como sabemos los bolivianos, el ex presidente Morales seguramente fue uno de los gobernantes con menores conocimientos, y sus declaraciones públicas diarias fueron recopiladas por un inquieto joven con el título de “evadas” en dos tomos.

Ahora nos hemos sorprendido con la declaración del escritor argentino Adolfo Pérez Esquivel, que pedirá el premio “Nobel de la Paz” para el caudillo que renunció y abandonó el país. Seguramente tal pedido es debido a la avanzada edad del escritor o poco conocimiento de lo que fue el gobierno de Morales, que en su gobierno dejó cien muertos, más de mil exiliados, orden de ejecución sumaria (hotel Las Américas), presos políticos, perseguidos, etc., es decir una política de violencia desde el poder del Estado, sin independencia de poderes, con corrupción y que acabó con un grosero fraude electoral evidenciado por un equipo de la OEA.

Una cosa es el título honorífico de “honoris causa” que merecen los científicos y académicos por sus obras en beneficio de la colectividad, y otra la impostura del “horroris causa” para complacer la egolatría de algún caudillo.

El autor es abogado, politólogo y escritor.