Parte II
La actitud de los funcionarios bolivianos sobre el asunto a lo largo de los años ha sido peculiarmente inusitada. Teodosio Imaña-Castro, entonces presidente de la Comisión Nacional de Soberanía y Límites de la Cancillería boliviana, asegurara que: “El curso del río Silala, corre de este a sudoeste, hacia territorio chileno. Tiene sus nacientes detrás del cerro Silala, en vertientes o surgentes de agua. Las normas del derecho Internacional regulan con toda claridad respecto a ríos de soberanía sucesiva, o curso sucesivo internacional” (Aguas del Silala, Boletín Extraordinario, cancilleria boliviana, 1997).
En respuesta, Antonio Bazoberry Quiroga publicara: “Silala: ni internacional ni río” (La Razón -16/06/99).
Como parte de esta presuntuosa narrativa comarcal de Bolivia sobre el asunto, David Choquehuanca Céspedes (canciller del Estado, aún estudiante del primer año de filosofía de la normal Simón Bolívar y portador de un remoto grado de la escuela nacional de cuadros Niceto Pérez de Cuba) calificó de “deuda histórica” la de Chile con las aguas del acuífero, cuando apadrinó formalmente desde la cancillería boliviana el pre-acuerdo entre Hugo Fernández Araoz de Bolivia y Alberto Van Klaveren de Chile (21/11/2009) que establece el compromiso de Chile de pagar por el 50 por ciento del uso de las aguas de curso. Punto 11, Agenda de los 13 puntos.
Por increíble que parezca, el acuerdo preliminar del 28 de julio del 2009 establecía: “El presente Acuerdo considera el volumen de agua del sistema hídrico del Silala o Siloli que fluye superficialmente a través de la frontera desde el Estado Plurinacional de Bolivia hacia la República de Chile” y adjunta conceptos tan irreflexivos (avalados por esa congregación autóctona de funcionarios de la cancillería boliviana) como el artículo 3: “Por el presente Acuerdo se establece que las aguas de libre disponibilidad de Bolivia y captadas en su país podrán ser conducidas para ser aprovechadas en Chile” (Comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia - 4/08/2009)
Inconcebiblemente, el propio primer mandatario boliviano Evo Morales declarara públicamente luego: “Mi deseo es que no haya ni ganadores ni perdedores en esta demanda”, y añadió que lo importante es que prime el diálogo. (Carmen Esquivel – 30/09/2018 – Diario CoLatino– La Habana).
Felizmente, el Comité Cívico Potosinista (Comcipo), en cuyo territorio nace el manantial, se opuso al acuerdo inicial (3/10/2010), cuyo borrador finalmente nunca fue formalizado.
Andrés Soliz Rada (exministro de Hidrocarburos, 2006) publicaba en esos días “Si esas aguas no fueran artificialmente canalizadas, se insumirían en el suelo arenoso de la región. Al canalizarlas, los chilenos se han beneficiado con 18.000 Mts 3 de agua por día, regalo que el vicecanciller Fernández Araoz prolongará en el próximo lustro; 6.570.000 Mts 3 por año y 32.850.000 Mts 3 en cinco años”. (Revista Patria Grande, Año 2, Número 10, Enero 2009).
Fue el patriota tarijeño Arturo Liebers Baldivieso en la legislatura del 2009 quien en una brillante participación (en el curso de una interpelación del senado a la cancillería boliviana) determinó la estrategia “del cambio de enfoque del Silala” retirando todo “derecho” a Chile y la modificación consecuente de la “aberración política y diplomática” de los acuerdos binacionales previos. Los reconocimientos, un poco tardíos, llegaron después: “Advertí la pertinencia de las observaciones del senador Liebers, hecho que suscitó mi decisión irrevocable de encarar con firmeza y determinación la superación de semejante aberración que afectaba gravemente al interés nacional.” (Antonio Araníbar, Los Tiempos 10/01/2016).
Se debe leer los magníficos estudios de autores patrios de la época republicana que evidenciaron, sin éxito, la virtual ceguera boliviana al respecto: “Algo nuevo y fatídico, es que Chile está dando concesiones a empresas que usan la lixiviación con cianuro, y las aguas que no desvió corren el peligro de contaminarse con este peligroso veneno. Esta vandálica usurpación sólo fue posible con la complicidad de la Cancillería boliviana, especialmente de sus Comisiones de Límites” (Guillermo Rosso Mendieta - Anomalías en los Hitos y cordones de la frontera entre Bolivia y Chile. Informe técnico del senado boliviano, Mayo - 1994).
Hay una gran posibilidad de que los argumentos del fallo de “La Haya” en el presente caso, sean una vez más adversos para Bolivia. Es probable que la kakistocracia (1944) de las últimas gestiones diplomáticas bolivianas con Chile conducidas bajo la inspiración de la doctrina “plurinacional - honoris causa” hayan acentuado todavía más el sufrimiento de un pueblo mutilado hasta la médula, que ha renunciado ya definitivamente a soñar con su principal utopía nacional, el mar.
El autor es Médico, estudioso en temas históricos y diplomáticos.
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