Las regulaciones son lentas y tardan años o décadas en ajustarse a los cambios, pero el mercado laboral actual, y más aún el del futuro, no puede regirse por una regulación anclada en el pasado.
Las nuevas formas de regulación deben ser procesos dinámicos y flexibles que se adapten a la velocidad de los cambios, combinando las oportunidades de la tecnología, la economía del comportamiento y los esquemas colaborativos para garantizar la protección de todos los trabajadores, independientemente de su calificación. Alcanzar una regulación que permita un mejor futuro del trabajo es un tema central de esta discusión, y resulta ineludible para los países de América Latina y el Caribe si quieren aprovechar las oportunidades y minimizar los riesgos que trae consigo la cuarta revolución industrial.
Bolivia
Los empresarios bolivianos lamentaron las regulaciones laborales impuestas por el anterior Gobierno, y las normas sociales emitidas –según los privados- sólo provocaron desempleo y trabajo informal y salida de empresas del sector formal.
Uno de los temas que provocó malestar en el sector empresarial fue el Doble Aguinaldo, cuya propuesta afectó más a las pequeñas y medianas empresas, no tanto a las grandes, y más aún en un periodo de desaceleración económica que vive el país desde el 2015.
El sector privado calificó a la medida como política, situación que fue respaldad por los economistas, ya que indicaban que los indicadores no alcanzaban para el pago, debido al desigual desempeño económico que se registró en algunas regiones y empresas.
Por ello plantearon que la misma sea en base a la productividad de cada empresa y al crecimiento económico de cada región, debido a que no todos tenían cifras positivas.
Se estima que la cifra del desempleo habría subido en 2019, a más del 4,5%, que muestra un aumento del mismo a comparación del 2018, que llegó a 4,27%, provocado por la desaceleración de la economía nacional.
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