Diez millones de jóvenes de Latinoamérica sin trabajo

Según estudios de organismos especializados, América Latina y el Caribe son víctimas cada vez mayores por la falta de empleo para jóvenes. Se calcula que son más de 10 millones de jóvenes -inclusive muchos de ellos profesionales en diferentes disciplinas- que no poseen empleo alguno, que buscan afanosamente puestos de trabajo que les permita solventar sus necesidades y los más, siempre que las posibilidades financieras lo permitan, intentan emigrar a los Estados Unidos, Canadá, Europa o Asia.

La carencia de empleo en el mundo se hace cada vez más problemática y lo poco que existe está mal pagado y sin posibilidades de especialización, de ascensos conforme a demostración de conocimientos que se haga porque los puestos llamados clave se encuentran copados por personal propio del país. Las esperanzas de encontrar puestos de trabajo en otros continentes también se diluyen porque los avances de la tecnología han dado lugar a que puestos que eran ocupados por dos o más personas solo pueden recibir a una y, en casos, el control de las máquinas resulta suficiente.

Muchos jóvenes de América Latina y el Caribe pretenden realizar estudios de especialización en países más avanzados para luego, de ser posible, conseguir trabajo en el sitio donde se encuentran; pero tampoco es posible y se llega al extremo de que los jóvenes que encuentran ocupación es para trabajar como simples dependientes o ayudantes de cocina u hotelería y sus profesiones quedan para el recuerdo. Si bien hay preocupación en algunos países ricos por esta situación, no encuentran condiciones para crear nuevas fuentes laborales porque cuentan con mano de obra barata, con grupos especializados y profesionales que también han logrado mejorar sus conocimientos.

Para el mundo pobre y subdesarrollado la gran oportunidad radicaría en que se produzcan inversiones, no solamente de dinero sino de tecnología conjuntamente la apertura de nuevas fuentes o fábricas de producción y serían esas instalaciones las que podrían crear cargos en muchas ciudades del continente, cargos en los que puedan desenvolverse conforme a sus conocimientos, experiencias y posibilidades de especialización; para muchos jóvenes con grandes iniciativas, esas nuevas industrias implicarían que puedan perfeccionar tanto la tecnología como los conocimientos de técnicos medios y obreros. El problema podría solucionarse pero siempre que los poseedores de medios financieros acepten invertir en el mundo pobre y subdesarrollado. En muchos empresarios existe el criterio de unificar criterios y propósitos para concretar inversiones de capitales financieros, tecnológicos y humanos en los países pobres, pero falta consensos para superar temores que albergan en relación con políticas gubernamentales que no siempre son favorables al capital y a aceptar inversiones foráneas.