Abraham Mamani Mamani
En nuestra realidad educativa, la orientación académica y profesional es un pilar esencial en la formación de los estudiantes, que no se la práctica, la cual debe ofrecerse desde la Educación Primaria. Sin embargo, no debemos olvidar que ésta debe enfocarse a que los niños y las niñas descubran cómo son, qué les gusta y cuáles son sus talentos; a que exploren las profesiones y adquieran competencias que les ayuden a gestionar sus carreras en el futuro. Los docentes consideran que el alumnado puede desarrollar desde la Educación Infantil capacidades que le ayudarán a construir su vida personal y profesional, según el estudio The Early Years Career Development for Young Children (2017).
Estamos ante dos enfoques aparentemente opuestos de lo que debería ser la orientación académica y profesional en las etapas más tempranas; sin embargo éstas pueden confluir, si tenemos en cuenta dos aspectos:
El primero, desde las etapas más tempranas como la Educación Infantil, el currículo está planteado como un elemento global, en el que se integran diferentes áreas de conocimiento (de uno mismo, del entorno, y la sociedad), que se despliegan de manera conjunta para ayudar al desarrollo personal y social de cada estudiante. De este modo, la orientación se basa en guiar a los niños y las niñas para que descubran cómo son, qué les gusta, cuáles son sus talentos, etc., a la vez que se les ofrece las primeras herramientas para su futuro personal, académico y profesional.
En segundo, no podemos olvidar que se están estableciendo las bases para el desarrollo personal y social, para que, en un futuro, el alumnado sea capaz de integrarse y adaptarse en la sociedad y desarrollarse a nivel personal y profesional. Esta orientación debe ser priorizada en la educación secundaria y superior, establecida a partir de observaciones y cuestionarios, para potenciar el desarrollo del alumnado, especialmente en las áreas en las que se presenta más dificultad y fortalecer el nivel de autoconocimiento y autonomía básicos, para a partir de ahí, poder tomar decisiones acerca de su futuro académico y personal de manera plena.
La orientación académica y profesional debe estar presente desde los inicios de la educación formal, “como herramienta de guía hacia el autoconocimiento y desarrollo personal, pilares fundamentales en la hora de establecer decisiones sobre el propio futuro académico y profesional”.
Podemos decir, entonces, que la orientación en etapas tempranas es esencial para el desarrollo del alumnado, por lo que respecta al autoconocimiento y autonomía personal, elementos que sustentarán las bases para poder realizar decisiones conscientes y de manera independiente en etapas educativas posteriores. Como consecuencia, sus intervenciones deben ser tratadas y entendidas de un modo diferente a la Educación Secundaria y/o la etapa adulta, cuyos objetivos se centran en itinerarios académicos y profesionales.
El autor es docente de la Escuela Superior de Formación de Maestros Mcal. Andrés de Santa Cruz y Calahumana.
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