Encabezada por Juan Guaidó
> "El gobierno pone trabas, cierra el metro y deja sin transporte a la ciudad. La gente tiene miedo a la represión", dijo Jheisary Vegas, una estudiante de 21 años
Caracas - Las fuerzas de seguridad de Venezuela impidieron ayer con gases lacrimógenos el avance de la marcha opositora encabezada por su líder, Juan Guaidó, hacia el Congreso en el centro de Caracas, al tiempo que los oficialistas se movilizaron a esa misma sede sin inconvenientes, dijeron testigos de Reuters.
Cuando la marcha opositora había apenas avanzado unas pocas cuadras, funcionarios con equipos antimotines bloquearon el paso de Guaidó, diputados y miles de manifestantes, que en pocos minutos desviaron la movilización hacia una avenida del este de la ciudad para improvisar una sesión del Congreso.
"Ya llegará el momento, hoy no era. Ya llegará el momento cuando más organizados, con una clara estructura, de llegar a donde tengamos que llegar (...) cuando juntos lleguemos a Miraflores" o el palacio de gobierno, dijo Guaidó en la improvisada sesión en una plaza del este capitalino.
Aunque partidarios del gobierno del presidente Nicolás Maduro y opositores ya se han manifestado antes en un mismo día, casi nunca habían coincidido en el destino final de la caminata, que esta vez solo alcanzó el oficialismo.
Los grupos oficialistas generalmente cuentan con militares, policías o grupos de civiles armados para impedir el paso a la oposición.
Guaidó, reconocido por más de 50 países como el presidente interino legítimo de Venezuela, intenta reactivar la alicaída movilización callejera contra Maduro, tras una gira por Europa, Canadá y Estados Unidos en la que buscó mayor apoyo para conseguir convocar a unas elecciones presidenciales en su país.
"El gobierno pone trabas, cierra el metro y deja sin transporte a la ciudad. La gente tiene miedo a la represión", dijo Jheisary Vegas, una estudiante de 21 años, que viajó dos horas hacia Caracas para respaldar a Guaidó.
Manifestaciones opositoras también se registraron en ciudades del centro del país como Valencia y Maracay, y en Maracaibo, capital del estado petrolero del Zulia, al extremo noroeste venezolano.
"Aunque confieso que me siento desanimada porque no veo el cambio, me mantengo en pie de lucha", dijo Ligia Marcano, de 41 años y asistente en un laboratorio clínico en Valencia. "No importa que nos cueste más tiempo de lo que pensábamos, la idea es mantener esta lucha". (Reuters)
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