Economía de palabras
Un virus chino ha venido a provocar sentimientos encontrados en Bolivia. Hizo que cayera el precio del petróleo hasta 30 dólares el barril, con proyección de llegar a 20, y en YPFB nadie sabe si ponerse a llorar o abrir un champán.
Es que el gobierno del cocalero Morales convirtió a YPFB en una empresa importadora de gasolina y diésel. Con su política “prudente”, como decía el ahora candidato Arce Catacora, el MAS consiguió que las importaciones de gasolina crecieran de 115 a 1.629 millones de dólares.
Ahora, con el petróleo en 20 dólares el barril, esas importaciones tendrán un valor inferior, lo que justificaría que se abra un champán, aunque fuera chileno.
Por otro lado, el gobierno del cocalero logró, con sus políticas imprudentes, que las exportaciones de gas cayeran de 4.000 a 1.000 millones de dólares. Un monto que ahora podría bajar aún más, no solo porque los volúmenes han caído, sino porque el precio se calcula a partir del valor del devaluado petróleo.
El precio del crudo todavía no ha llegado al nivel de 2 dólares el barril, que regía antes de 1973, pero los expertos dicen que podría caer hasta 10 dólares.
El experto Carlos Cherroni dice que esto podría ser producto de una guerra petrolera entre Estados Unidos y Rusia. La potencia americana se convirtió en exportadora de petróleo gracias a sus yacimientos de lutitas, pero tiene el problema de costos de producción que están por los 30 dólares el barril. Las empresas dedicadas a ese negocio podrían entrar en bancarrota. Los sauditas, que tienen campos donde el costo de producción es de solamente 3 dólares el barril, estarían tranquilos. Y los rusos también.
Pero los sauditas tienen unos 3.000 príncipes para alimentar con caviar y trufas, además de mantener sus aviones de lujo, y el harem de cada uno de ellos, controlados por eunucos comprobados, entre los que no pueden estar ni los travestis ni los trans: sólo los auténticos.
Los norteamericanos que producen petróleo de lutitas, en cambio, solo tienen que distribuir utilidades, o pérdidas, entre sus accionistas. Esta crisis los encuentra cuando estaban empeñados en seguir bajando los costos de producción.
Los que están desconsolados son los argentinos. El yacimiento de Vaca Muerta tiene ubres de lutitas. Mauricio Macri había reanudado las exportaciones de gas a Chile desde esos yacimientos, pero ahora el peronista encargado del gobierno de Cristina Kirchner va a tener que dar explicaciones a los chilenos, cuando haya pasado el incendio al que ellos se dedican con tanto afán.
En fin, que no solo los bolivianos tienen sentimientos encontrados en esta crisis del petróleo. Sólo los que miran lejos dicen que este no es un problema grave, pues los combustibles de origen fósil están condenados a ser declarados inservibles en unos quince años.
El virus, entretanto, sigue avanzando, ajeno a las angustias y alegrías de la industria petrolera.
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