La Fundación Milenio ha hecho un nuevo aporte intelectual, mediante la publicación de “la crisis financiera internacional de 1825”, Plural Editores, 2019, trabajo de Mario Napoleón Pacheco Torrico.
Es un trabajo que consta de cinco capítulos, los tres primeros dedicados a explicar el contexto económico mundial durante el periodo de la independencia de Charcas. Le sigue un capítulo que discute los aspectos teóricos y empíricos de las crisis financieras, muy interesante para comprender la secuencia que siguen los diferentes tipos de crisis financieras. Es seguido por el análisis que conformó el despliegue de la crisis financiera de 1825 en Gran Bretaña, que era la economía más importante de la época, por lo cual el fenómeno de lo que sucedía en ella tenía repercusiones en las otras economías capitalistas de la época, Francia y Estados Unidos, lo cual influenciaba el movimiento de capitales hacia el nuevo continente sudamericano que atraía capitales para invertirlos en las explotaciones agrícolas y mineras de la época. Todo ello en secuencia de los momentos y fases y la transmisión internacional de los mismos.
Todo este análisis teórico concluye señalando que: “no obstante de constituirse un fenómeno recurrente en el desempeño del capitalismo, las crisis financieras emergen sorpresivamente mediante la venta masiva de los activos financieros que hubieran sido objeto de mayor demanda, ocasionando la quiebra de empresas y de las instituciones que financian las operaciones en las bolsas. Una crisis financiera puede desplegarse de varias formas, dependiendo de los factores que inician el proceso y que, además, pueden combinarse, es decir, que no son excluyentes entre sí”.
Con ese análisis global, Napoleón Pacheco luego nos conduce “a estudiar el proceso de la crisis financiera global de 1825 (año en el que nace la República de Bolivia) identificando cada uno de los momentos de su desarrollo en la economía británica, incluso su origen, y estudiando sus efectos internacionales, especialmente sobre América Latina”.
Dando un salto en el texto, me referiré muy brevemente al capítulo sobre el impacto en Bolivia, en la naciente Bolivia de 1825.
Uno debe tener en mente que nuestra economía es al presente la menor economía de Sud América.
Con ese referente central, alrededor de 1825, la economía de Bolivia dependía de la minería del área de Potosí y fundamentalmente del Cerro Rico, el cual tuvo una fase de expansión máxima de la producción entre 1573 y 1605. El gráfico 3 del texto nos muestra el impresionante y sostenido crecimiento de la producción de plata entre 1720 a 1789, de 30 t.m. el primero a 93 t.m. en el segundo, para luego mostrar una caída igualmente sostenida hasta 1826 de 93 t.m. a 30 en 1819, para luego subir un poco a 41 t.m, en 1825.
Tal comportamiento, citando a varios autores, que definen el momento como desolador, es atribuido a que “en Oruro y Potosí la producción argentífera resultaba mayormente del trabajo sobre los desmontes que en los centros mineros notables la producción era bajísima, y que en los demás distritos las minas estaban abandonadas”. También identificó otros problemas: continuaba la carencia de mano de obra; había insuficiente abastecimiento de mercurio; la técnica era rudimentaria y había una alta carga impositiva.
Es un trabajo muy bien elaborado y digno de referencia para saber lo que sucedía en el entorno nacional e internacional en el inicio de nuestra vida como país.
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