El conjunto de la población boliviana, que sobrepasa los once millones de habitantes, se moviliza, ahora más que nunca, con la premisa del cambio, que conlleva días mejores, con pan, con techo y salud, en Democracia, sinónimo de libertad.
Lo pasado, pisado. “Sólo importan el hoy y el mañana”, afirma el dicho. En este contexto se debería olvidar todo aquello que pasó y, mejor, pensar y soñar en un futuro más promisorio. No es dable seguir viviendo añorando el pasado. Éste ya es parte de la historia.
Los bolivianos, ahora inmersos en la coyuntura electoral, deberían hacer lo posible para que el proceso de cambio iniciado en noviembre de 2019, bajo el liderazgo de Jeanine Áñez Chávez, se consolide, en definitiva, en las urnas, el tres de mayo venidero. Si se lograra ello, sería histórico. Un hecho que marcaría el homenaje a los caídos por la Democracia, la libertad y la transparencia en el recuento de las votaciones.
El cambio no es invento ni inspiración de algún dirigente o partido político. Proviene de tiempos remotos. Es la transición de lo antiguo a uno nuevo. Es la novedad que se impone.
En este entendido, los bolivianos son partidarios del cambio. Respaldan esa inquietud que ha trastrocado, en todos los tiempos, el curso de la historia. Ha depurado todo lo malo y recuperado todo lo aceptable. Ha tumbado dictadores, por líderes sin pasado. Ha derrocado regímenes autoritarios, por gobiernos respetuosos de la ley fundamental. Ha barrido la escoria, para imponer limpieza y transparencia. Esa acción cumple el cambio verdadero, pero el de pacotilla jamás.
Los bolivianos y las bolivianas asumen la actitud de cambio sin obedecer órdenes ni instrucciones de asesores políticos cubanos, venezolanos o nicaragüenses, sino por iniciativa propia. Pues no tienen que complacer a foráneos ni cumplir con sus libretos. Ahora el cambio es protagonizado por quienes nacieron en esta tierra. Por consiguiente: surge del sentimiento nacional.
Cambio con vocación de servicio, indudablemente, a la Patria y de ninguna manera a determinado partido. Con elevada sensibilidad social, para mejorar el poder adquisitivo. Con honestidad, a toda prueba. Con respaldo a la actividad productiva, por el bien común.
Cambio que debería ser ejecutado con la participación de la mayoría ciudadana, como una medida política para aceptar los retos del mañana. Es que requerimos aunar esfuerzos para salir adelante.
Bolivia no es un país isla sino que vive en contacto con los componentes de la comunidad internacional, grandes y pequeños, demócratas y autoritarios. Ellos tendrían que informarse del cambio que se suscitará, a fin de contribuir a su consolidación. Tal cosa ocurrirá el tres de mayo o jornada de la fiesta democrática.
En suma: la ciudadanía espera que el cambio, iniciado en noviembre de 2019, colme las expectativas nacionales y no se constituya en otro slogan más.
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