Un grupo de farmacólogos liderados por la doctora Maria Croyle de la Universidad de Texas, en Austin, han desarrollado un nuevo método que permite crear vacunas sin agujas, que se toman como un dulce. Cuando se produce una nueva vacuna la siguiente tarea es distribuirla a la población. La mayoría de las vacunas se suministran por medio de una inyección, pero es un proceso caro, que exige tiempo (ya que la vacuna debe ponerla un médico o enfermero), y produce una gran cantidad de desechos. Otra ventaja muy importante es que este nuevo tipo de vacuna en forma de dulce usa ingredientes fáciles de conseguir, es barata y sencilla de fabricar y, aún más importante, se conserva a temperatura ambiente.
La doctora Maria Croyle comenta que la inspiración para crear esa vacuna le llegó cuando observó cómo el ADN se conserva millones de años en el ámbar. Así que se le ocurrió que podrían intentar algo parecido con los virus de las vacunas. Una idea simple, pero que nadie había intentado.
Puede que la idea sea sencilla, pero ponerla en práctica fue muy complicado. El proyecto se inició en 2007, y se ha extendido hasta ahora. Comenzaron las pruebas con diversas combinaciones de azúcares y sales, pero el virus se destruía durante el proceso de solidificación de los cristales del azúcar o la sal, o no mantenía sus propiedades con el tiempo. Ya ha sido probada y se ha comprobado que mantiene sus propiedades. Puede usarse con diferentes tipos de virus, para prevenir diferentes enfermedades. Ya ha comenzado el proceso de comercialización, y esperan que comience a usarse en menos de dos años.
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