Periódicamente, la Organización de Naciones Unidas, a través de sus entidades dependientes como la Unesco, la Unicef, la FAO, el Programa Mundial de Alimentos y otras organizaciones que trabajan en pro del bienestar humano en el mundo, emite pronunciamientos y resoluciones mostrando que “hay urgencia de que el mundo coma especialmente rico y desarrollado”, se prodigue en evitar extremos que signifiquen agravamiento de los problemas que aquejan al mundo.
Varias veces hizo hincapié en el aspecto del hambre que padece un 65% de la humanidad, porque ese porcentaje está compuesto por la mayoría de la población, es el que sufre las consecuencias de la pobreza y, en casos, en grados extremos que asuelan a parte de la población, extremos que determinan la muerte de miles de niños por día y por la corta vida de mujeres que no cuentan con la alimentación necesaria y menos con leche para crianza de sus hijos recién nacidos. Son miles los niños que al nacer lo hacen en condiciones que solamente les permite vivir pocas horas.
Las guerras y los enfrentamientos tribales causan víctimas que se cuentan por miles; pero los fabricantes de armas, los que creen en “la paz del mundo basada en las armas” no cejan en su afán de perfeccionar más instrumentos para matar y ofrecen armas a las fuerzas contendientes que luchan por tener primacía o simplemente por conservar su libertad y pedir que sean respetados sus derechos. Pero el armamentismo es fomentado por gobiernos de países ricos y desarrollados, por razones económicas, que siguen en su carrera de ofrecer más armas, de venderlas y mostrar las “bondades” de las municiones, de las bombas y de cien formas de causar más muertes y mayor destrucción.
Nada arredra a quienes están empeñados en hacer del mundo un cementerio que aloje cada día más cadáveres; nada detiene a los que no tienen respeto ni consideración por los derechos humanos; absolutamente a nadie preocupa que la pobreza aumente y los extremos de hambre aumenten para segar más vidas; a nadie importa que la ciencia y la tecnología avancen en el mundo y sean perfeccionadas en pos de conseguir más y mejor armamento y mejores métodos de matar y destruir. Sin embargo, esos países que fomentan el aumento de la muerte llaman a la paz y la concordia, piden que las partes en conflicto dialoguen y encuentren cauces seguros de entendimiento para conseguir una paz permanente. La hipocresía y cinismo de todos ellos exige que Naciones Unidas actúe conforme a sus principios y no contemple, casi pasiva y complaciente, que los países anuncien planes para más guerra y uso de más armas.
Es tiempo para que la Organización de Naciones Unidas se pregunte cuál es su papel, qué es lo que debería hacer con la mayor urgencia en pro del ser humano.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |