El gobierno, entre los saldos negativos que ha dejado el anterior, encontró que muchas de las empresas del Estado se encuentran en situación deficitaria, hecho que, además, jamás ha sido un misterio para los gobiernos del pasado y menos para el recientemente concluido del masismo.
Lo grave de esta situación es que no hay régimen que haya reconocido su absoluta incapacidad para manejar las empresas del Estado, porque siempre han imperado los intereses sectarios o político-partidistas de los que han creído saberlo todo y tener remedios para todo y han asumido la dirección administrativa, técnica y financiera de las empresas, que las manejaron con criterio de partido o de grupo y las han utilizado para dar ocupación a sus adherentes, inflando la burocracia hasta el extremo de que las empresas públicas cuentan con la triple o cuádruple cantidad de empleados.
En la mayoría de los casos, se encontraban los adeptos al gobierno de turno, al partido o institución que se encuentre en el poder. Este grupo de “empleadores” no se preocupó de si el personal contratado contaba con los conocimientos e idoneidad necesarios para desempeñar cargos que fueron otorgados discriminadamente y sin medir consecuencias. Ese personal generalmente intentó “aprender” el oficio sin lograrlo y, atenido a su posición partidaria o a la influencia que tenga con las autoridades de turno, siempre creyó que podía desempeñarse como sea, consiguiendo resultados negativos para la entidad.
El problema es grave porque se trata de personal que cree tener derechos adquiridos sobre cargos y por ello es irremplazable y sus empleos están asegurados, sea por los respaldos políticos con que cuenta o simplemente por decisión sindical que obliga a conservar las ocupaciones, como si fueran intocables. Siempre se tuvo conciencia de que el gobierno es mal administrador, sea porque es dependiente de la política partidista o de entidades de cualquier naturaleza y obedece a intereses creados, por más que éstos sean convenientes para el país.
Así, todo gobierno parecería ser incapaz de hacer abstracción de compromisos y hasta obligación de complacer a quienes lo apoyan o sostienen políticamente y acepta dar empleo, sea en la administración pública o en las empresas estatales que se convierten en víctimas de la ineficiencia, incapacidad y hasta corrupción, porque generalmente hay personas que solamente buscan la satisfacción de sus intereses y conveniencias, haciendo abstracción de condiciones como honradez, honestidad, eficiencia, eficacia y responsabilidad en el cumplimiento de deberes y obligaciones.
Es urgente, pues, conocer, pormenorizadamente, la situación de cada una de las empresas públicas, y, acorde con los resultados, estudiar y aplicar responsablemente los debidos remedios.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |